miércoles, 30 de diciembre de 2009

Rosario no tiene la culpa...


Música sugerida: "I'm with you" de Avril Lavigne.


De nuevo la noche, de nuevo el alcohol como única compañía, como dice Charly, y damos vueltas a la heladera y sólo queda un limón por exprimir, nos divertimos en primavera y en invierno nos queremos morir.
Estamos buscando morir de amor? O buscamos vivir bien, acompañados por el sentimiento del amor?
Si no queremos morir de amor, por qué terminamos una y otra vez muriendo de amor, al lado de quienes nos producen dolor y lejos de las personas que nos podrían hacer felices?
Por qué de nuevo la noche y el alcohol como única compañía?
Por qué parecen ser la soledad y el dolor las únicas opciones posibles a ser tomadas?, qué pasa con nosotros?
Somos por demás de exigentes? Somos demasiado grandes? Somos poco tolerantes? Estamos locos? O demasiado cuerdos?
En Rosario ya no hay gente a nuestra altura, decimos, y con esa frase le cargamos la culpa de nuestra desdicha a Rosario. En la ciudad al margen del río, estamos al margen de todo?
Es cierto que se terminó la gente interesante en esta cuidad, o dejamos nosotros de ser interesantes? O abandonamos la búsqueda? O la esperanza nos abandonó a nosotros hace mucho tiempo?
Creció el río y se llevó al amor con la corriente? Estamos a contra corriente y ya un poco cansados de nadar?
Rosario sigue siendo Rosario, y había muchísima gente interesante cuando éramos adolescentes. Entonces, que pasó?, cambió Rosario o cambiamos nosotros?
Estamos seguros de que no vamos a  encontrar a la persona indicada de noche, ni en el chat, pero…y de día? Qué pasa durante el día? Sucede lo mismo de día y de noche? Sin embargo no damos el brazo a torcer de noche ni de día, o si?
Pasaría lo mismo en Capital?, estaríamos más acompañados que en Rosario?, Seríamos más felices en Capital? Está el amor de nuestras vidas en Capital?, Hay más probabilidades de encontrar a alguien a nuestra medida simplemente porque hay más gente? Estamos rastreando al amor geográficamente? Habrá que buscar por Google Earth?
Si realmente deseamos ser felices, por qué la noche y el alcohol siguen siendo nuestra eterna compañía?
Si estamos cerca de apuntar bien, por qué terminamos apuntando a cualquier lado?, Si estamos bien acompañados, por qué volvemos a buscar a la persona menos indicada? Si estamos solos, por qué nos vamos detrás de cualquiera?
Si no funciona en Rosario, probablemente no funcione en otro lado. Si el radar está roto, no hay nada que hacer, no vamos a llegar a destino.
Y en una ciudad más grande, es probable que nos perdamos una mayor cantidad de veces.
Ya basta de quejarse, Rosario no tiene la culpa.

De la pluma de Uma.


Aires de verano...

Cada verano, hay una serie de canciones que musicalizan nuestras incursiones en la exploración estival.
Aquí va una lista de temas que, por encontrarse a mitad de camino entre el sonido dance de una noche de boliche y la cadencia de una canción pop, se van a escuchar hasta el hartazgo, en versiones y reversiones.

1) "Bad romance" de Lady Gaga.

2)"When love takes over" de David Guetta y Kelly Rowlands.

3)"Revolver (One love remix)" de Madonna.

4)"Meet me half way" de Black eyed peas.

domingo, 27 de diciembre de 2009

Carta de despedida de Gabriel García Márquez

Música sugerida: "Someday" de Rob Thomas.





"Se despide un genio"

Gabriel García Márquez se ha retirado de la vida pública por razones de salud: cáncer linfático. Ahora, parece, que es cada vez más grave. Ha enviado una carta de despedida a sus amigos, y gracias a Internet está siendo difundida.

Les recomiendo su lectura porque es verdaderamente conmovedor este corto texto escrito por uno de los Latinoamericanos más brillantes de los últimos tiempos.


"Si por un instante Dios se olvidara de que soy una marioneta de trapo y me regalara un trozo de vida, posiblemente no diría todo lo que pienso, pero en definitiva pensaría todo lo que digo.

Daría valor a las cosas, no por lo que valen, sino por lo que significan.

Dormiría poco, soñaría más, entiendo que por cada minuto que cerramos los ojos, perdemos sesenta segundos de luz. Andaría cuando los demás se detienen, despertaría cuando los demás duermen. Escucharía cuando los demás hablan y cómo disfrutaría de un buen helado de chocolate!

Si Dios me obsequiara un trozo de vida, vestiría sencillo, me tiraría de bruces al sol, dejando descubierto, no solamente mi cuerpo, sino mi alma.

Dios mío si yo tuviera un corazón, escribiría mi odio sobre el hielo, y esperaría a que saliera el sol. Pintaría con un sueño de Van Gogh sobre las estrellas un poema de Benedetti, y una canción de Serrat sería la serenata que le ofrecería a la luna. Regaría con mis lágrimas las rosas, para sentir el dolor de sus espinas, y el encarnado beso de sus pétalos...

Dios mío, si yo tuviera un trozo de vida... No dejaría pasar un sólo día sin decirle a la gente que quiero, que la quiero. Convencería a cada mujer u hombre que son mis favoritos y viviría enamorado del amor.

A los hombres les probaría cuán equivocados están al pensar que dejan de enamorarse cuando envejecen, sin saber que envejecen cuando dejan de enamorarse! A un niño le daría alas, pero le dejaría que él solo aprendiese a volar. A los viejos les enseñaría que la muerte no llega con la vejez, sino con el olvido. Tantas cosas he aprendido de ustedes, los hombres... He aprendido que todo el mundo quiere vivir en la cima de la montaña, sin saber que la verdadera felicidad está en la forma de subir la escarpada. He aprendido que cuando un recién nacido aprieta con su pequeño puño, por primera vez, el dedo de su padre, lo tiene atrapado por siempre.

He aprendido que un hombre sólo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo, cuando ha de ayudarle a levantarse. Son tantas cosas las que he podido aprender de ustedes, pero realmente de mucho no habrán de servir, porque cuando me guarden dentro de esa maleta, infelizmente me estaré muriendo.

Siempre di lo que sientes y haz lo que piensas. Si supiera que hoy fuera la última vez que te voy a ver dormir, te abrazaría fuertemente y rezaría al Señor para poder ser el guardián de tu alma. Si supiera que esta fuera la última vez que te vea salir por la puerta, te daría un abrazo, un0 beso y te llamaría de nuevo para darte más. Si supiera que esta fuera la última vez que voy a oír tu voz, grabaría cada una de tus palabras para poder oírlas una y otra vez indefinidamente. Si supiera que estos son los últimos minutos que te veo diría "te quiero" y no asumiría, tontamente, que ya lo sabes.

Siempre hay un mañana y la vida nos da otra oportunidad para hacer las cosas bien, pero por si me equivoco y hoy es todo lo que nos queda, me gustaría decirte cuanto te quiero, que nunca te olvidaré.

El mañana no le está asegurado a nadie, joven o viejo. Hoy puede ser la última vez que veas a los que amas. Por eso no esperes más, hazlo hoy, ya que si el mañana nunca llega, seguramente lamentarás el día que no tomaste tiempo para una sonrisa, un abrazo, un beso y que estuviste muy ocupado para concederles un último deseo. Mantén a los que amas cerca de ti, diles al oído lo mucho que los necesitas, quiérelos y trátalos bien, toma tiempo para decirles "lo siento", "perdóname", "por favor", "gracias" y todas las palabras de amor que conoces.

Nadie te recordará por tus pensamientos secretos. Pide al Señor la fuerza y sabiduría para expresarlos. Demuestra a tus amigos cuanto te importan."





GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ

Un cuento de navidad...

Música sugerida: "Hallelujah" de Rufus Wainwright
Suenan los villancicos y la ciudad se viste de rojo y muérdago. Rosario se prepara para festejar la navidad con ese matiz personalísimo de principado europeo de los pirineos, transpolado al trópico de Capricornio.Comienzan las tardes calurosas, la humedad se torna tan densa que genera la sensación de poder nadar en el aire. Las noches prístinas invitan a salir del que fue el refugio forzado durante el invierno, y la gente comienza a pulular por el paisaje urbano, como hormigas que presienten una tormenta.
Una de esas tardes solariegas, escapando de las obligaciones que no cesan y de las compras rituales de la época, confluímos en un bar céntrico, Lupo, Ty y yo para tomar el consabido café (independientemente de los cuarenta grados de sensación térmica). Entre la marea de personas que pasan apresuradas cargadas de bolsas y ojos ansiosos, comienza la charla en nuestro oasis particular. Ty pregunta,
-¿Qué hacemos para navidad?
-Nos podemos reunir después de la cena. - apunto yo.
-A mí se me hace cada vez más pesada la nochebuena... - dispara Lupo - se mueven muchas cosas.
- Y sí, cada vez que llegamos a esta fecha, yo me siento un poco Scrooge - comento al aire, recibiendo miradas de interrogación de parte de mis amigos.
Ebenezer Scrooge es el personaje de "Un cuento de navidad" de Dickens, en el cual un hombre misántropo y egoísta es visitado por tres fantasmas en una blanca nochebuena. A modo de lección, lo llevan a recorrer el pasado, el presente y el futuro, para que pueda contemplar en perspectiva su vida y su cosecha.
Cuando se acerca el fin de año, sin nieve mediante, todos nos convertimos un poco en Scrooge para recibir la visita de nuestros fantasmas.
Llegada la hora de la cena, nos sentamos a la mesa en familia. quizás por costumbre, quizás porque me gusta el mejor lugar para observar, me apresto a ocupar mi lugar en una de las cabeceras. No tardan en aparecer las conversaciones triviales, llenas de detalles que hacen que ame cada vez más a mis hermanos, mis padres y mi cuñada. Uno de mis hermanos y su esposa, tienen la risa fácil, y amenizan la velada con comentarios graciosos, y chistes malos. Mi hermana y yo, ensalada rusa de por medio, compartimos miradas cómplices y hablamos sin hablar, respondiendo a comentarios que se escuchan. Mi mamá desempeña su función de matriarca, y quizás ppor única vez en el año, juega a ser ama de casa de manera adorable. Pasa el tiempo de  una manera íntima, en una complicidad familiar, llenándome de calidez. No obstante, el fantasma de las navidades pasadas, hace su visita, y con él, se sientan a la mesa con una presencia palpable, aquellos que están vivos desde el recuerdo. Mi mejor amiga, que partió hace años por culpa de un cáncer. Mi abuela, a quién cada vez necesito más, extrañando su cocina, su perfume, su cariño...
Otros más se corporizan con mayor o menor intensidad, y uno puede percibir, como en los ojos de todos, hay un brillo que delata que están siendo visitados por sus propios fantasmas.
Un dejo de nostalgia por lo que fue y no será nos inunda, pero intensificando así el disfrute de los que hoy nos rodean. ¿Quizás por eso hay en el menú navideño comidas agridulces?
Hay en la ciudad una gama de emociones encontradas, bulle en el espíritu de las personas una necesidad de reunirse y celebrar. Se honra la memoria de lo vivido, sin explicitarlo, brindamos por aquellos que nos acompañaron un trecho en el viaje, festejando con nuestros afectos presentes.
Lupo es hijo único, y solo tiene a su madre como pariente sanguíneo. Él es la persona más optimista y risueña que he tenido suerte en cruzarme. Tiene un brillo interno, que le permite iluminar cualquier acontecimiento, por más oscuro que se presente. Tiene la virtud de trocar la nostalgia en chiste, y de trasnimitir ese calor que asociamos con el "llegar a casa".
Lupo nos contó que cenaría con una amiga y su familia, a la que sentía como propia. Pero antes caminamos atravesando la peatonal Córdoba, y luego Oroño, hasta llegar a un caserón que corona una esquina. Allí nos despedimos y Lupo entró a visitar a su madre.La mujer al verlo, lo recibió con su acostumbrado saludo: "¿Cómo me encontraste?". Miró la pulcritud que reinaba en la residencia geriátrica, y se sintió pequeño. Se sentó frente a ella, y le sonrió con el amor incondicional que aprendemos a sentir, generalmente, por ser hijos. La mamá de Lupo vive en un eterno presente, y es en ese presente donde apareció el segundo fantasma.
Muchas veces, la expresión no hay mejor momento que el ahora, parece tornarse hueca, y nos sentimos impelidos a buscar refugio en otro tiempo, en el ayer, o en el mañana...
Ty salió de trabajar, y comenzó a caminar por la peatonal acompañado de Sew, el hombre que supo abrirse camino entre sus temores y decidió unirse a su viaje. Sew es un tipo inteligente, apuesto, con humor ácido y gran capacidad de observación. Mientras caminnaban, sintió la calidez de su compañía y la complicidad
 que se genera en las cosas cotidianas con esas personas especiales. Iban camino a Fallabella a comprar regalos navideños, y como una epifanía sin contenido, Ty se vio acometido por la pregunta por el futuro... De dos personas caminando entre la multitud, se podía observar a una tercera, el fantasma de la navidad futura, que apoyando sus manos en los hoombros de Ty, le susurraba sus dudas al oído.
Pasó la cena navideña y llegó el consabido brindis. Con esa mezcla de amarga nostalgia, y esfervescente esperanza, emprendimos una nueva etapa del viaje.
Nos reunimos en mi departamento, llegando de a uno, Ario y Ty. Buscamos a Lupo que se había encontrado con Sew y su hermano. Encontrándose la comitiva a pleno, nos fuimos a una fiesta de navidad, a un boliche, otrora templo religioso.
Bailamos y nos divertimos, y nos regalamos la presencia mutua, el hombro cómplice, y la risa fácil que nace de esa sensación, plasmada innumerables veces en señaladores de colectivo, de amistad verdadera.
Somos seres celebrantes, y no hay mejor manera de celebrar que con la familia. después de todo, ¿qué son los amigos sino la familia que uno elige? Si hay con quién chocar nuestra copa, no habrá fantasma más tangible que el que nace de un pensamiento.



jueves, 10 de diciembre de 2009

videos rosario mobdance

http://www.youtube.com/watch?v=Fj_MOIosnl4&feature=related

Chat: es la primera vez que lo hago….

Música sugerida: "My favourite game" de The Cardigans.

Chat: es la primera vez que lo hago….

Cuántas veces nos han dicho eso no?, lo hemos escuchado hasta el hartazgo.
Estás chateando con alguien y te dice, “es la primera vez que entro al chat”, en fin, uno piensa que no es así, pero la deja pasar.
Al rato, cuando ya se dirigió a vos en diferentes ocasiones diciéndote “Rodolfo”, “Juanjo” y “Verónica” y te preguntó mil veces a qué te dedicás (y ya le dijiste que sos portero, almacenera, peluquero, y abogada) te das cuenta de que está chateando a full con veinte personas al mismo tiempo, a una velocidad que no corresponde en lo absoluto a un recién iniciado.
La pregunta es “para qué mentir?”, queda mejor decir que uno es virgen en este tema del chat?, queda mal admitir que uno se encuentra en su casa más solo que un perro, con ganas de conversar un rato con el primero que se cruce, aunque ese otro escriba con millones de errores (horrores) de ortografía?.
Y uno pone cara de póker, y continúa chateando, respondiendo ya cualquier verdura, cambiando la historia mil veces, admitiendo que el otro ya no sabe si está chateando con Vergara Leuman o con la Negra Sosa y que tampoco le importa.
Y el otro, que se dijo “recién iniciado” en estas cuestiones, pregunta temeroso “qué se pregunta habitualmente por chat?” y antes de que podamos responderle ya se despachó con mil y una historias acerca de su vida, nos cuenta de todo un poco, mucho más de lo deseable, y nos pregunta las cosas menos indispensables y las más inverosímiles también.
Entonces quedamos un tanto estupefactos ante tanta soltura demostrada por el “recién iniciado”, y nos empezamos a preguntar si en esta supuesta “primera vez” vale penetrarlo a lo bestia o deberíamos ser gentiles. Porque a fin de cuentas, a medida que transcurre la conversación virtual, y uno va penetrando un poco al otro, termina percibiendo que el otro resulta ser una puta cibernética, no?.
Entonces, a esa altura, ya nos largamos a decir cualquier cosa. Má si, total?.
Seguramente, en algún momento de la conversación, la pregunta de rigor será “cómo sos?”, y si uno está de ánimo, se describe físicamente (lo cual es insoportable de hacer), y si uno está con un ánimo de mil demonios responde “soy neurótico y un poco psicótico, como todo el mundo”, ah no?, no había que responder eso?, perdón.
Vale ser directo en la primera vez del otro?, a fin de cuentas uno está “desvirgando” a una persona en esta cuestión del chat, no?. En los tiempos que corren, ya no es fácil encontrar a alguien haciendo algo por “primera vez”, entonces uno intenta ser un “iniciador amable”.
O uno está creyendo el cuento de la primera vez, y resulta que hace rato ya que no hay ningún himen que romper?
La velocidad de respuesta (sin preguntas mediante), de nuestro chateador virgen, nos deja con la lengua afuera, el cerebro anulado, y la psiquis a la miseria, y antes de que podamos reaccionar, ya nos ha sacado información de esa que no le damos a nadie, y quizás, con mala suerte, palabra va, palabra viene, resulta que llegamos a la conclusión de que tenemos algún conocido en común (y ahí nos queremos matar).
Pero estamos subidos a la ola del chat, y ahora tenemos que surfearla hasta el final. No vaya a ser que este chateador inexperto termine siendo más astuto que nosotros.
Al final resulta que, entre las preguntas que respondimos, las historias que nos comimos, y los descarados avances que soportamos, nos empezamos a sentir un tanto manoseados por este interlocutor “virgen”, y le damos gracias a Dios de no estar frente a frente con ese “otro”, ya que, en tal caso, resultaríamos literalmente “penetrados”.
Y uno, que humildemente no quiso demostrar sus dotes de chateador profesional, termina quedando con la boca abierta y los dedos exhaustos, ante tanto palabrerío.
Antes, la gente al menos tenía que hacer algún esfuerzo para mentir, porque había que tener huevos para tomarse un café, mirarse a los ojos y sostener una conversación llena de mentiras y exabruptos.
Ahora todos tiramos fruta, total?, el otro “casi no existe”.
Declarémonos VÍRGENES DE CHAT entonces. Alguno se la va a tragar.
De la pluma de Uma.





sábado, 5 de diciembre de 2009

Lo pasado pisado... o lo pasado pesado?

Música sugerida: "Glitter in the air" de Pink.
Después de una agitada semana del cercano fin de año, los viernes y sábados se erigen como oasis en el turbulento mar acelerado de la vorágine rutinaria. Sobre todo cuando baja el sol, que la ciudad parece respirar un aire festivo, de preludio de celebración. Se organizan encuentros, que nos dan la excusa para liberar la parte atávica, nuestro ser animal, que se arroja a la conquista de lo nuevo. Al grito de "vivir el momento", adoptamos una actitud relajada, y renovamos las esperanzas de encontrar eso, que haga el fin de semana inolvidable, que convierta la noche del viernes, o la salida del sábado, en algo digno de inscribirse en nuestra historia.
Y aquí es donde se instala esa contradicción, no pensamos en nuestro pasado para poder vivir intensamente el presente... para tener algo digno de ser recordado... o sea... que sea parte de nuestro pasado?
Los seres humanos somos esencialmente contradictorios y complejos, y si al cocktail, le agregamos el ingrediente de ser un rosarino de pura cepa, es decir un ego superdesarrollado, más la innegable melancolía tanguera (a la que nadie en esta ciudad puede escapar), vamos a obtener a un filósofo de todas las cuestiones de la vida, sobre todo del amor. Todos nos hemos encontrado con amigos, y si medió el alcohol, la hisoria de desengaño, y la promesa de no reincidir o la esperanza de encontrar algo diferente, no se hacen esperar.
Una de esas noches, estaba cenando en Sushi Club con Carola, una amiga de la facultad. Estabamos planificando nuestra práctica y arreglando el mundo. En un momento de la cena, indefectiblemente surgió la cuestión amorosa, y los fantamas del ayer se sentaron con nosotros a la mesa... Carola recordó y me comentó que aún no se reponía de una traición amorosa, de un proyecto trunco que la lastimó y la volvió escéptica respecto de las relaciones presentes. "Todavía me duele. Pasó el tiempo y no puedo reponerme."
Quizás nuestro pasado sea un yugo, que nos tiene aprisionados, y nuestra libertad en el presente, sea una ilusión.
Ario, dentro de su racionalísima estructura, tuvo un desamor originado en una ruptura por desaparición, es decir, el "otro" desapareció literalmente, sin dejar rastros... Se convirtió de un presente interrumpido, en un pasado doloroso. Merced de su fuerza de voluntad, se sobrepuso y retomó su ritmo habitual. El "otro" fue un tiempo pretérito, del cual se habló anecdóticamente. Superado y enterrado.
Una noche, después de comer un helado y yendo a bailar en grupo, estábamos hablando precisamente de evitar repetir situaciones ya vividas, y romper esquemas de búsqueda. En ese momento, surgido de las nieblas del ayer, irrumpió el fantasma del "otro", solo que corporizado y cruzándonos, sin dirigir ni una mirada, caminando raudamente en sentido contrario. Ario no pudo evitar un rictus de perplejidad, que denotó cómo su pasado no estaba tan enterrado, sino vivito y coleando en su presente... despertando intactos los sentimientos y sensaciones ya conocidas, con la misma intensidad. Esa noche, Ario bailó y rió como hacía mucho no ocurría. Su máxima fue "Hoy no quiero pensar..." Sin embargo, ¿se puede escapar de la mente de uno mismo?
En ocasiones, todos sentimos que el pasado se hace cuerpo, y podemos sentir su peso, en el pecho, oprimiendo con constancia, siempre en el ahora.
Uma se reencontró con un hombre de su historia, que nunca se convirtió en relato. Un pasado cargado de intensidad, de idas y vueltas, de marchas y contramarchas. Con la condición de la sinceridad y las ansias de calma que traen los ajetreos de la vida, decidieron re conocerse, sin mirar atrás. Pero, ¿cómo hacer para negar lo vivido, sin que su peso aplaste lo que se construye en el hoy?
Se puede optar por no hablar de "eso", pero se corre el riesgo de que esté latente, presto a saltar sobre cualquier nimia ocasión. tras un idilio inicial, parecía que los temores de Uma estaban infundados. Aparentemente, el pasado estaba pisado. No transurrió mucho tiempo, hasta que el "eso" de Uma volviera a escena, y en una conversación de fin de semana, lo pasado se tornó pesado. Derivó así en disparador de preguntas sobre el futuro, sobre el temor a repetir lo conocido; lo harto conocido. El pasado de Uma inundó de incertidumbre su presente, ahogándola de dudas sobre su futuro.
Desde el pensamiento oriental milenario, hasta la superficialidad de la posmodernidad, se nos insta a vivir solo el presente. quizás el presente no sea más que la suma de las constantes de nuestra vida, la plataforma que nos da seguridad y desde la cual vemos los picos y los valles de nuestras experiencias, y aprendemos nuestras lecciones. Independientemente de lo que nos toque vivir, hay cosas que son inmutables al paso del tiempo, que serán siempre actuales; la ciudad como marco, la melancólica búsqueda del "carpe diem" hacia atrás y hacia adelante, y los amigos como laderos en ese camino.

sábado, 7 de noviembre de 2009

Creer o reventar

Respondiendo a más de un mail, sí. Los relatos son verídicos. Únicamente se cambiaron los nombres de los protagonistas para preservar su identidad. Ja ja ja.
Están todos invitados a postear comentarios o seguir mandando mails.
En el ovni rosarino hay lugar para todos, con sus historias, locuras, victorias y derrotas.
Subanse y disfruten el viaje.
Abrazos.
Ovnirosarino

viernes, 6 de noviembre de 2009

Vivir cuesta vida..

No son los muertos los que en dulce calma
la paz disfrutan de su tumba fría,
muertos son los que tienen muerta el alma
y viven todavía.
No son los muertos, no, los que reciben
rayos de luz en sus despojos yertos,
los que mueren con honra son los vivos,
los que viven sin honra son los muertos.
La vida no es la vida que vivimos,
la vida es el honor, es el recuerdo.
Por eso hay muertos que en el mundo viven,
y hombres que viven en el mundo muertos
Antonio Muñoz Freijoo

miércoles, 28 de octubre de 2009

Virtual falsedad, cruda verdad...

Música sugerida: "Bitch" de Meredith Brooks.
Sabemos perfectamente que el universo es caos, y al mismo tiempo cumple con un orden perfecto.
Sabemos que Dios existe, y que todos hemos sido creados a su imagen y semejanza, pero con una trampa, hemos sido encerrados en una armadura de carne y hueso, que nos limita al imperio de los cinco malditos y escasos sentidos. Una lástima, no?, sino sería más fácil ser Dios.
Sabemos que la imaginación es más importante que el conocimiento, y sabemos que nada de lo que vemos existe en realidad, sino que forma parte de una realidad ilusoria, creada a través de años y años de acuerdos verbales y creencias compartidas entre miles y millones de seres humanos que habitaron alguna vez este planeta. Sabemos que la silla es silla, pero también podría ser un pez, o un ser humano.
Sabemos que pensamos, y luego existimos. Que nos convertimos en lo que pensamos y en la forma en la cual nos expresamos.
Sabemos que no tenemos límites ni fronteras. Sabemos que nada es imposible.
Y sin embargo todos los domingos tomamos el mismo café, en el mismo lugar, con los mismos amigos, y hablamos de los mismo temas, una y otra vez, y descubrimos que terminar ese domingo en compañía, no es “el gran sentido de la vida”, pero le daría mucho sentido a ese domingo, aunque tampoco estamos dispuestos a terminar durmiendo o mirando televisión con el primer perejil que se cruce. Y quizás también somos reacios a que alguien se quede a dormir en nuestras camas, o a dormir en la cama de otro. En qué quedamos?
Y medimos al amor en cantidad de mensajes de texto recibidos vs los enviados.
Y si podemos intercambiar dos palabras con alguien en el chat que conteste como un ser humano culto y prolijo y no como un androide sexual o un descerebrado, cantamos una alabanza al Señor, y después de una hora de chat descubrimos que estamos platónicamente enamorados de nuestro interlocutor. Hasta que acordamos pasar al msn e intercambiar imágenes. “Qué emoción” pensamos. Y esperamos esos minutos hasta que aparece la foto del gran amante desconocido…Dios bendito!, la cara del gordo ocupa toda la foto!, no sabemos cómo hacer para eliminarlo ur-gen-te!, y ya empezamos a odiar a ese gordo ultra-romántico que nos hizo perder toda la noche con su discurso de amor (que ya nos empieza a parecer cursi). Qué nos pasó?, se terminó el amor?, se terminó el idilio?, un par de kilos de más aniquilaron al posible Romeo?. Y si…es así. Somos espirituales, pero no somos ciegos.
O puede pasar que pasamos al msn y resulta una foto por demás interesante, pero tomada a la distancia, un poco lejos, “qué se yo, no está tan mal”, decimos no muy convencidos, y abrigamos nuestras grandes dudas, pero la soledad y la desesperación nos impulsan a aceptar la cita planteada. Y de nuevo, Dios bendito!, resulta que personalmente el candidato resulta ser poco agraciado (claro, la foto era muy chiquita, no se veía bien), o resulta que es un plomazo, un verdadero oligofrénico que nos aburre hasta las lágrimas, que no es capaz de hilar dos palabras juntas, “aunque por chat parecía otra cosa”, pensamos. Qué habrá pasado?, será que algunos escriben mejor de lo que hablan?, o será que algunos idiotas lo ponen a chatear al primo o al hermano (o al loro) y después se presentan ellos a las citas?.
Y algún día, finalmente, acertamos en encontrar al más lindo, al más culto, al más adecuado, por quien tarde o temprano terminaremos sufriendo “por amor”, y lo terminaremos perdiendo (o terminaremos huyendo nosotros). Quizás interpretemos a esta historia, como la primer historia real de nuestras vidas (no virtual) y mal interpretemos al sufrimiento como un signo de haber empezado a transitar la senda de la edad madura, aunque ya tengamos cerca de 40 años (o arriba, muy arriba de 30).
Seamos honestos, somos un poco inmaduros todavía, somos triviales, vanidosos y superficiales. Y quizás no cambiemos nunca. Lo bueno es que nuestros amigos son nuestros amigos, porque estamos cortados de la misma tela y por la misma tijera. No estamos solos en la isla. Y eso es bueno.
Desde acá, los saluda, Uma.

lunes, 26 de octubre de 2009

Cuando el miedo nos moja...

Música sugerida: "Sea" de Mercedes Sosa y Jorge Drexler.
Hay un mito oriental que se refiere a tres monos enviados por los dioses para juzgar las acciones de los hombres, se llamaban "No escucho", "No veo", y "No hablo" respectivamente. Sus nombres enunciaban la característica que usaban para emitir su veredicto sobre todo en actos relacionados con la cobardía.
Como los murciélagos y los perros de la calle, viven saltando entre las palmeras del Boulevard Oroño, correteando entre las arboledas del parque Independencia, o camuflados entre las gárgolas y máscaras de las molduras de la ciudad.
No escucho, no veo, no hablo...
La metáfora es válida para observar nuestro actuar cuando nos enfrentamos al miedo. De niños, hacemos la de los monos sabios, con la esperanza de que el foco de temor desparezca; ese bulto en la oscuridad que te obliga a cerrar los ojos con fuerza; ese ruido extraño, que amplifica tu audición hasta la sordera; o ese querer pasar desapercibido, que nos impulsa a mantener la quietud de una estatua marmórea. Cuando uno es niño, y el miedo aprieta, cierra los ojos, se tapa los oídos y se queda callado... esperando que de alguna manera mágica, pase el momento y todo vuelva a ser calmo y conocido.
Pasa el tiempo, y uno aprende a plantarle cara al temor... Sin embargo, ¡es una cara de mono sabio! Uno piensa, que sea lo que sea... y se manda. No ve, no oye, no dice... Solo nos enfocamos en el objetivo y arremetemos. Así aprendemos a andar en bicicleta, así nos tiramos a rendir un exámen, así nos acercamos a esa boca sensual, que nos convenció de hacer el salto...
Y no es que uno no sienta miedo... a veces se siente un terror cercano al pánico. Pero somos rosarinos, y nuestro ego de ducado en el exilio de las candilejas del mapamundi, no nos permite salir del protocolo de la sofisticación, y demostrar que en realidad nos meamos por gritar de miedo.
"El miedo no es zonzo" reza la sabiduría popular... Tonto no es seguro, siempre encuentra la manera de colarse en nuestra esforzada seguridad cotidiana. Con máscaras ingeniosas, teñidas de pasado, de presente, de futuro, de realidad y de ficción... El miedo ha de tener muchas caras.
Además de astuto, es ágil, y te acomete a veces como una ola furiosa y helada, que te cala hasta las profundidades del alma, te empapa en un segundo, te corta el aliento, te deja sordo, ciego, mudo... Otras veces, se desliza como el agua que crece en un arroyo... lento, pero constante e inclemente... Y uno siente como va llegando hasta cubrirnos y dejarnos paralizados.
Es imposible vivir sin temor, todos los días, libramos una batalla para reivindicar nuestro coraje, a veces victoriosos, otras veces huímos a cuarteles. Pero la lucha nos espera día a día, y con tres testigos que nos persiguen, que nos observan, que nos delatan cuando reculamos a un enfrentamiento...
Un mono que se tapa los ojos, observa los relámpagos que cortan de luz la noche, desde la torre de la terminal de ómnibus Mariano Moreno. Por la puerta principal, sale una mujer que se enfrenta a la tormenta, a la búsqueda de un taxi. Gina, volvió a la ciudad después de estar viviendo por varios años en New York. En la gran ciudad, dejó un gran amor, pero volvió para reencontrarse con la mitad de su alma, su pequeño hijo. Es una mujer hermosa, de ojos verdes y felinos, de un color verde jade, cintura estrecha, y cuerpo atlético, fruto de años de vida sana e intensivo pilates.
A pesar de la seguridad de su caminar, y de haber camuflado la sensación de volver a un mundo mustio, sabe que tendrá que enfrentar sola un divorcio complicado, y con nada más que lo que porta en la valija... Toma una bocanada de aire, y cerrando la puerta del auto, le indica al taxista donde ir. La única posta que tiene en la ciudad es la casa de su madre. La cortina de agua, impedía ver nada más que luces difusas de los carteles de la calle. "NO VEO".
Moro está en su habitación, absorto en la conversación del msn. Desde hace días que espera con contenidas ansias el momento de sentarse a hablar con Pablo, un artista de Mar del Plata. Un tipo copado, que es punto a punto, todo lo que Moro busca en un Hombre. Pablo parece sinceramente interesado, y le propone un encuentro. Desde la seguridad de su escritorio, Moro se sonríe y accede a viajar. A los minutos, Pablo suelta, como sin pensar en el efecto, que está dispuesto a tratar una relación con él, pero que no va a intentarlo a la distancia. Moro contempla el monitor, mientras las ventanas de mensajes de sus amigos titilan... Puede escuchar las advertencias acerca de la locura que significaría dejar todo e ir a probar encontrar el amor en otra ciudad. pero decidió no pensarlo. "NO ESCUCHO".
Yo creo no tener grandes problemas con mi sexualidad, la disfruto como tal, no la oculto, pero debido a los avatares sobre todo laborales, la mantengo en cierta reserva. Sin embargo, suelo ir con mis amigos a bailar a sitios gay, como Gtk y el Refugio. Una de esas noches, la segunda o tercera vez que salí a bailar con mis amigos, me encontré con un profesor de la facultad. No hubiese sido relevante, ni me hubiese llamado la atención, si no fuese porque nuestra relación era un tanto ríspida durante el cursado. Ambos nos reconocimos, nos miramos de soslayo, pero ninguno emitió sonido. A la semana siguiente, volví a tener clases con él, pero ni una palabra al respecto del encuentro fortuito. "NO HABLO".
Gina se adaptó a una velocidad vertigionsa, pronto las reuniones del grupo tuvieron un miembro más. A pesar de que tenía el alma dividida, nunca dejó de sonreir ni una vez, con el carisma que le es propio.
El new yorker rondó como un fantasma cada vez que sintió que la atenazaba la soledad, sin embargo se las arregló para apostar de nuevo a la búsqueda.
Una noche de vinos en el departamento de Uma, surgió el tema del Facebook y su utilidad para rescatar gente de nuestro pasado. Como un juego, se preguntó qué sería de Serge. Un novio de su adolescencia a quien adoraba, pero quien fuera expulsado por su madre, por no cumplir con los requisitos de la familia. Como en un pacto, todos nos pusimos en marcha para tratar de rastrearlo sin otra cosa más que un nombre, y más de veinticinco años después. La búsqueda fue en vano, pero Gina se atrevió a dar las primeras brazadas para salir de su océano personal de miedo.
Al poco tiempo, aprovechando su manejo fluído de inglés, comenzó a trabajar en una empresa de telecomunicaciones. Una tarde, sin nada que esperar mas que llamadas de entrenamiento, sonó su celular... Al abrir el mensaje, había un simple: "hola, como estas? Soy Serge". El cuarto se vació de aire, dejando solo lugar para la surpresa y las dudas. los monos sabios, ocultos en un rincón poco iluminado de la oficina, esperaban su reacción...
Moro comenzó a pergeñar su viaje a la costa, a la búsqueda de Pablo, sin oir los consejos y advertencias de quienes lo rodeaban. La partida se volvía inminente, y el entusiasmo y la ansiedad con la que esperaba sus encuentros por chat, eran igualadas únicamente por el temor que le generaba la perspectiva de un desarraigo camino a la incertidumbre... los días corrieron como agua, empapándolo de preguntas, y se acercaba el momento de ir a comprar el pasaje a la terminal de ómnibus Mariano Moreno. Aunque no cargaba en el morral más que los elementos de costumbre, sentía en el alma un peso desconocido. Quizás era la carga de los temores y dudas inéditos... o quizás fueran los tres polizones que viajaban con él, expectantes por ver su respuesta.
Yo me encontraba en una marejada de tareas por resolver, la combinación de trabajo y estudi puede ser extenuante, generando la sensación de nadar contracorriente. En una de las materias, la práctica profesional, debía reunirme semanalmente para una supervisión, junto a compañeros de equipo y de cursado. Al stress habitual de exponer lo trabajado, se sumaba el hecho de que mi supervisor no era mas ni menos que el profesor de la ríspida relación, con quien me había encontrado en Gtk. Generalmente, la comunicación era cordial. Pero un día, al terminar la ponencia, tomé mis cosas para irme a clases, y sin previo aviso, como una ola que rompe sin sonido, el profesor cómentó delante del grupo... "Así que no estuviste desgrabando entrevistas el sábado a la noche." - comenzó - "Te vi el sábado en el boliche. Le dije a las chicas que las voy a llevar a bailar. Podemos ir todos juntos..." Y así fue como me sumergido en un frío temor que se materializó, obligandome a inspirar profundo, y decidir cómo enfrentar la situación. O comenzaba a agitar los brazos buscando la superficie, o me dejaba arrastrar por el torrente gélido de uno de mis mayores temores hasta el momento. Podría jurar haber sentido la presencia de esos infames simios en el pasillo que me separaba del cuarto de supervisiones. Sus ojos agudos, sus oídos atentos... observando como contemplaba a temor a la cara sin que vistiera máscara alguna.
Hay momentos en la vida, en que las murmuraciones mentales que nos hayamos hecho, hacen agua. Se vuelven inconsistentes y se deslizan desde nuestros pensamientos hasta alcanzar la realidad. Si esta sustancia es miedo en esencia, solo podemos tomar dos caminos: nos enfrentamos a la lucha, o emprendemos la huida...
Gina concertó finalmente un encuentro con su Serge... la impaciencia del encuentro, le mordía los talones. Se vistió espléndida, y encaró la puerta del departamento para acercarse al auto que la había llamado con su bocina. ¿La reconocería? ¿Sentiría las mariposas que supo generarle en medio del estómago? No tuvo tiempo de seguir preguntándose. Al momento en que se abrió la puerta del auto, supo que no importaba. Esbozó una sonrisa sincera, y sintió cómo la ola de miedo que la había empapado, se retraía nuevamente al mar del cual había venido. Gina encontró su valor, y decidió VER. El primer mono sabio, sacó las palmas de sus ojos, tomó impulso sobre la rama desde la cual contemplaba la situación, y saltó en busca de otras ánimas a las cuales perseguir.
Moro estaba frente al teclado, embebido en la fluencia de una conversación muy seductora. Finalmente, Pablo le preguntó la fecha del encuentro. Cuando estaba tipeando la respuesta ensayada... el nivel del agua del temor, lo cubrió totalmente... Sin respirar, tipeo: "Al final no voy a ir". El estar sumergido en sí mismo, o en sus temores racionales, le impidieron oir las lamentaciones de la decisión. Al momento de adentrarse al océano de lo que puede ser, decidió observar desde la orilla, y ya no quiso ESCUCHAR. Se acercó a la ventana de la habitación y corrió las cortinas. Quizás percibió la mirada intensa de un primate en el alero, impávido, con los oídos tapados.
Yo estaba parado de cara a la salida de la facultad, de espaldas al grupo que intrigado, le preguntaba al profesor "¿en qué boliche lo viste? Inspiré profundamente, y dije: "No me incendies así..." La frase, quedó suspendida, pude percibir cómo se detenía el tiempo, expectante a la frase que continuaría como respuesta, que indefectiblemente fue "En Gotika, lo veo siempre."
Sentí los latidos de mi corazón, cómo el calor inundaba mi cuerpo. Exhalé, me sonreí, y seguí caminando. La frente en alto, mis voces internas alborotadas. Pero, con una calma inesperada, las acallé. Me dije sinceramente "No me arrepiento de nada. Que sea lo que sea". Me pude observar recorriendo el pasillo, hacia la luz de la tarde, contento de haber podido HABLAR. No a un interlocutor oyente, sino a mí mismo. Sabiendo que las cosas comenzarían a adquirir tintes nuevos. Me sacudí el miedo que me mojaba, como un perro se seca las gotas de una lluvia indeseada. El mono que me miraba de entre las molduras de la puerta del edificio, me observó alejarme camino al centro, quitándose las manos de la boca, mostrando una sonrisa de dientes irregulares.
Cuando la marea se retrae, y empapados y agotados, alcanzamos finalmente la orilla, sabemos que el esfuerzo termina valiendo la pena. Enfrentarnos al miedo nos hace más fuertes. Incluso cuando no podemos ver hacia donde vamos, o desoímos el consejo sensato que trata de mantenernos a flote o de hundirnos con su buena intención, o aún cuando el agua nos tapa la cara, y el temor se cola en la boca, con su sabor salobre, impidiéndonos hablar para pedir ayuda... Siempre, con el peso de lo inefable, sobrevivimos para encontrarnos en una nueva encrucijada. Huir o pelear. Sea como sea, en esencia al final, es siempre la misma letanía; una inspiración profunda, y que sea lo que sea...
ovnirosarino

sábado, 24 de octubre de 2009

Más vale sólo, que mal acompañado...?

Música sugerida: Human, de The Killers.
Cuando termina el invierno, Rosario se sacude la modorra de los encuentros cerrados. La gente se despereza junto con los árboles, y salir a caminar o correr por Boulevard Oroño, se vuelve un espectáculo delicioso para la vista. Gente de todo tamaño y color, pulula entre las palmeras que le dan un toque de exuberancia europea a una ciudad que estuvo gris cemento por medio año. Días más largos, tardes más cálidas y la vuelta al reencuentro con amigos en algún café.
Mis amigos y yo, solemos tomar nuestro cortado, casi diario, en el bar de la librería el Ateneo. Cuando comienza a deponer la tarde, se puede ver el peregrinaje masivo de quienes terminan de trabajar y de cumplir con las compras céntricas, mezclados con quienes se dedican al paseo peatonal. Hacia el oeste, nos regodeamos en el verdor de la plaza Pringles, hacia el este, la infinitud de la peatonal Córdoba, llena de gente que pulula de un lado a otro, mirando sin mirar.
Una de tantas tardes de días de semana, entre clases de universidad y horarios de laburo, nos juntamos Ti, Ario y yo. Ario encencdió su Gold leaf después de pedir los cortados, y comentó: "Ya estoy cansado de estar solo..."
A pesar de tamaña declaración, ni Ti ni yo mostramos sorpresa. Coordinados, sin decir una palabra, uno de los dos activó el dispositivo que arroja las frases estandarizadas para situaciones como estas: "Bueno, ya va a aparecer la persona indicada, si no se queda, es porque no es para vos. El Universo es sabio..."
Si bien este tipo de frases tienen el respaldo de miles de años de tradición filosófica, cientos de libros de autoayuda al respecto, y decenas de cursos metafísicos, hay una realidad de un peso similar a los pensamientos que sostienen... ¡No convencen a nadie!
Sin dudas, el primer paso para estar bien con alguien, es estar bien con uno mismo. Muy cierto... sin embargo, utópico. Diariamente, corremos de un lado para otro, atras de las cuentas, del físico, del trabajo, del estudio, de mil cosas, para mantener nuestra independencia. ¿Y no será, pienso, que el precio de la autonomía, es la soledad?
Ario, un tipo que representa el culmen de la cultura, apuesto y tranquilo, comenta que ha decidido crearse un perfil en el nuevo sitio de moda en la web. Ti y yo lo bombardeamos a preguntas, de donde lo sacó, si está bueno, si funciona... El mito urbano que flota en la atmósfera de la ciudad no se hace esperar... "Me dijeron que Fulano, conoció a mengano, y ahora están en pareja..." Si bien es una historia más conocida que la de caperucita, todos elegimos creerla como un dogma. Probablemente haya un versículo en la biblia con una historia similar.
Con la primavera, Rosario se engalana, y transmite su esfervecencia a todos los habitantes, que se esparce como las pelusas de sus plátanos.
Inhalando la promesa floreciente, Ti, un tipo muy pintón, con distinción vanguardista, llega a su casa y pone a chirriar el teclado entrando la dirección del sitio. Yo hago otro tanto ni bien termino la cena. Quizás entre el lector que se digne a sacarnos de la soledad. Como las estaciones del año, han pasado Facebok, gaydar, via, badoo, y varios más. A los días, nos vovlemos a encontrar, cortado de por medio, en la misma mesa del mismo bar, riendo de las heridas de guerra cosechadas, pero sin anillo de compromiso.
Al llegar el fin de semana, se conversa la posibilidad de cruzar a alguien, como por casualidad, en algún boliche. Nos vestimos para la ocasión, cada detalle ensayado, para que no se note que fue a propósito, y salimos al ruedo, nuestras tres soledades en la marea nocturna de la disco de turno. Como viviendo un deja vu, termina la noche, y se abre la puerta principal, mostrando la calle semidesierta. Cansados, ahumados, divertidos por lo que vivimos, salimos caminando, y cada quien emprende el rumbo a su hogar... sólo. Hemos ido a bailar a los sitios de moda, los que abren, los de siempre, los que se transforman, los clásicos. Y el resultado, es casi siempre el mismo, haber disfrutado de estar entre nosotros, con material para conversar en el próximo cónclave.
Cuando la adrenalina del sábado a la noche, deja paso a la parsimonia de la tarde de domingo, nos volvemos a concentrar en el departamento de alguno de los tres, y entre tazas de té con canela, surge el balance de la semana vivida, y la proyección de la venidera. Y ahora Ti, arroja la sentencia de la controversia: "Quizás somos muy exigentes con respecto a quien buscamos."
Acto seguido, se entabla el debate, con la posible conclusión de que si nos relajamos y estamos con alguien, aunque no nos enceguezca con su encanto y personalidad, podremos dejar la maldición de "ser solos". ¿Mñas vale mal acompañados que estar sólos? Por suerte, alguno quizás impulsado por el Universo, reflota una frase de señalador, que desata una carcajada, y barre con tamaña estupidez.
Después de todo, basta mirar las tazas medio vacías, las anécdotas relatadas, las miradas cómplices, para descubrir sin lugar a dudas, que, a pesar del tono cliché, mientras puedas hacer tu peregrinaje entre amigos, bien acompañado, no hay posibilidad de estar solo.

lunes, 19 de octubre de 2009

Decepcionados y decepcionantes

Música sugerida: Old habtis die hard, de Mick Jagger, junto a Sheryll Crow.
Rosario genera expectativas... uno pasea por la ribera, camino a tomar el cortado de rigor en Flora, y deja que su imaginación lo lleve hasta el límite de sus fantasías. quienes están sólos, se ven en parejas, quienes están emparejados, sueñan con un tiempo personal. Quien carece de dinero, murmura formas en que lo gastaría para realmente ser feliz, y quien lo tiene... imagina maneras de gastarlo para ser más feliz aún...
Sin embargo, nadie escapa a la general de la ley, si hay expectativa, el resultado final puede ser de satisfacción, o de decepción...
El domingo caminábamos Uma, Moro y yo, entre Davies y el Parque España, y filosofábamos acerca de la decepción. Todos hemos estado en un lugar o en el otro, cambian los actores, se hacen ajustes al guión, pero la obra es la misma.
Cuando nos embarcamos en la incertidumbre de conocer a alguien, o de dejarnos "conocer", se disparan una serie de mecanismos que, cuando los escuchamos en las experiencias de los demás nos permiten revivir nuestras propias películas.
Empieza con el flechazo inicial... donde de repente se genera un enjambre de mariposas en el abdomen... Uno se apresta, supera el pánico escénico, y se levanta el telón!
El primer acto introduce la escena... los personajes principales se presentan, definen algunas características personales. Hay un coqueteo casi casual, un par de miradas. Uno se envalentona, y se arriesga al primer resultado, después de todo, como dice Uma, "a las oportunidades las pintan calvas..."
Uma es una Hermosa mujer, espigada, culta, con un cuerpo envidiable e inconsciente sensualidad. Una tarde de domingo, cruzó un par de palabras con un tipo achaparrado, de rostro curtido, pero facciones suaves. Muy por debajo de las posibilidades de Uma. Sin embargo, ella consintió desarrollar el guión. Mate va, mate viene, el terminó llevándose la tapa del termo, y su número de celular.
En una versión similar de la tragedia comentada, despunta la luna de una noche de domingo, Moro hace contacto visual con un tipo de unos treinta y tantos, muy de su estilo, alto, de hombros anchos y rasgos masculinos. Nos estábamos preparando para un concierto en el anfiteatro del parque España. Uma y yo, fuimos a buscar, casualmente, agua para seguir el mate, y lo dejamos al lado del sujeto en cuestión, para que nos reservaran un lugar. los detalles del primer acto, se funden en nieblas de suposiciones... pero con el mismo resultado, sonrisas mutuas y promesa de reencuentro.
En otro escenario y otro tiempo, su servidor divisa en un boliche, Gtk, a un hombrecito espectacular, que observa la situación parado al lado de un amigo. En un arrebato de adrenalina, me acerco a conversar con los dos, y obtengo su nombre y edad! una conversación irrelevante, y la timidez que me juega en contra. No pude obtener su celular... Pero a la salida, al amanecer, lo cruzo en la parada del taxi. Sonrisas y diálogo trivial nuevamente. Desde ese momento, una pueril obsesión me acometió.
Cuando nos arriesgamos con la diosa Fortuna, arrojamos la moneda, y en ese primer acto, mientras gira incontrolada, solo cabe un resultado, Satisfacción y decepción, decepción y satisfacción... Se corre el telón, y comienza a armarse el escenario de la segunda parte.
Se acomoda la utilería, todos los actores a sus posiciones, y ... acción!
Uma se reencuentra con el doctor, pasan veladas de charla interesante, se va construyendo más y más la atracción. Ella comienza a plantearse que quizás pueda construir algo con él. Que las diferencias ideológicas y físicas son superables, se permite soñar un poco... siente Satisfacción.
Moro vuelve a encontrarse con su hombre, alternan citas, de cena y cine. Se arriesga a conocer a sus amigos, le atrae mucho físicamente. pero en la salida fatídica al ir a ver una película... comienza a fisurarse el encanto. Se pregunta, por qué hay algo en el tipo que no le termina de cerrar... y es su círculo. No le gustan sus amigos. Y a la vuelta de la función, se ve en un reflejo, el entrecejo fruncido. comienza a experimentar una frustración, cercana a la decepción.
Una tarde de domingo, paseando por el parque, vi al amigo del hombrecito espectacular. el corazón se me aceleró y me sentí un novato emocional como cada vez que me cruzo con alguien que me gusta. Mis amigos montan una estrategia infantil. Resulta que Moro lo Conoce de vista, Y junto con Ti, le piden el celular del hombrecito. Por avatares del pudor, el amigo no lo brinda, pero promete comentarle mi interés, y si hay viento favorable, se lo haría saber a Moro. Con la incertidumbre a flor de piel, mi moneda sigue girando... Satisfacción, decepción. Decepción, satisfacción.
Las luces van bajando intensidad, los rostros se vuelven medio difusos, y los actores van tras bambalinas. Aprestándose para el acto tres...
Con prisa y correteos nerviosos, se escuchan toces anticipando el gran desenlace, se alza la gran tela y empieza el inicio del final. Acto tres...
Tras haber conocido la casa (y el cuerpo del doctor), Uma baja sus barreras defensivas, se siente parte de algo nuevo. Un comienzo con un par, encuentra canciones que le recuerdan encuentros, palabras que le hacen ecos de charlas románticas. Tienen una comunicación fluida y relajada, pactan encuentros y se resignan a desencuentros, pero siempre con un dejo de satisfacción de que "la cosa marcha". Sin embargo, sin previo aviso, una tarde manda un mensajito como los de siempre, un saludo informal, seguido de una broma interna (porque han construido un código propio). Pasa un minuto, quince, un hora... Ella comienza a creer que quizás, se quedó sin crédito, y se ocupa en otros menesteres. Vuelve de trabajar, lava la ropa, pasan seis horas, un día, dos... Ya comienza a pensar que quizás, el doctor fue convocado de emergencia para asistir a los cascos blancos en África, o que fue raptado por alienígenas... Pasan varios días, y decide enfrentar el resultado de la moneda aciaga... abre su mano, y ve la cara de la decepción. No una decepción por el desencuentro en sí mismo, el doctor no era un Adonis, ni un Borges... Sino, la decepción de pensarse una persona "decepcionante".
Moro no dejó de pensar que el hombre apuesto era buena persona, inteligente e interesante. Pero, quieren esos avatares misteriosos, que haya algo que no le cierra. Algo que lo compele a desaparecer de escena sin seguir alargando el asunto. Después de todo, el le avisó que es de los que no avisan, y quien avisa no traiciona. Respira hondo, mira la moneda, y ve decepción... Pero a diferencia de Uma, se siente decepcionado...
Yo fantasié una semana con la posibilidad de recibir un mensaje al celular, que confirmase lo que habí intuido, lo que deseaba... Un mensajito del hombrecito que me declarase su intención de conocerme en profundidad, de empezar algo conmigo. Ya imaginaba las películas que veríamos, las decisiones de donde ir a cenar, de salir o quedarnos en casa. Llegó el domingo nuevamente, pero a pesar de que los días cambiaron, el silencio de mi celular permaneció inmutable. Era categórico, mi suerte fue de decepción. Por momentos me sentí decepcionado, en otros, decepcionante. sin embargo, no se llora la pérdida de lo que no se ama, y no se puede amar algo que no se conoce, no se conoce algo que no se vive... Así que, sin darle demasiadas vueltas al asunto, dejé la frustración de lado, y volí a ese presente, de sol, de mates, y de amigos.
Un poco frustrados, pero satiisfechos de sentirno acompañados y más sabios por las experiencias, caminamos de espaldas al atardecer, a seguir con un café en el departamento de Uma, de cara al balcón y al paisaje urbano.
Se cierra el telón... Concluyó el acto tres de una muy conocida obra, pero que se reescribe nueva cada vez, para cada actor.
mas allá de la decepción de sentirnos decepcionados o decepcionantes... lo bueno es poder tirar la moneda de la fortuna y arriesgarse a ver el resultado. Y en esto es vital tener un reparto estelar de amigos.
Si prestamos atención alrededor, podríamos escuchar los tintineos de las fortunas de la gente, suspendidas en el aire, girando y cayendo, eligiendo y viviendo. Y todo con el paisaje rosarino como escenografía incomparable.

domingo, 18 de octubre de 2009

Pueblo chico, Infierno grande

Música sugerida: The world i know, de Collective soul.
Los que vivimos en la dorada Rosario, sabemos que es imposible mantener el anonimato de nuestras acciones por demasiado tiempo.
Hay una realidad a la que no escapa ninguno de sus habitantes, y es la de encontrarse relacionando a sus conocidos entre sí. Expresiones del tipo "ahhhh... vos sos el amigo de...", o "... no me digas que vos salías con el hermano del primo de..." caen de nuestras bocas en cada conversación que entablamos! Es inevitable compartir un café, sin que en algún momento empiece este juego de referencias cruzadas.
Ante la contundencia de la evidencia, no queda más que admitir que, si bien somos la segunda ciudad del país, una metrópoli brillante sobre la marrón ribera paranaense, seguimos siendo un pueblo chico.
Esta genealogía compartida, una especie de fraternidad civil, no escapa a la realidad gay, si no, que estrecha aún más los cabos...
Basta con salir alguna noche con el grupete que te festeje (en mi caso, Ario, Lupo, Pipo, Ti, yo, y la única dama de la compañía, Uma), para que empiece el conocido espectáculo...
-Anoche conocí a un loco muy piola por el chat- dice alguno - hablamos un montón, y la verdad estuvo bueno.
-Si? cómo es?-indaga otro.
-Es ..., labura de..., y tiene ... años.
-Para! - y acá es cuando se revela el climax de la obra - Lo conozco!
Otras veces, es a raíz de un comentario, del tipo:
-Mira que lindo pibe, creo que miró.
- Cuál? Ése? Lo conozco... - y vuelve a sonar el chan del golpe de orquesta - es un boludo... salió con ... y después resultó que ...
Sea cual sea la circunstancia, parece que el final anunciado es siempre el mismo, todos nos conocemos con todos...
La expresión el mundo es un pañuelo se vuelve palpable, bien concreta, y uno se siente un moco... donde se encuentra con otros, se pegotea un rato, y vuelve a separarse. La sensación de pegoteo se puede volver asfixiante, generando en uno un escepticismo que lo lleva a uno plantearse que nunca más acertado el refrán "más vale sólo que mal acompañado", o una sensación paranoide, que te arrastra a preguntarte cuando te vas a una cita, "con quién voy a salir? Parece normal, qué tara tendrá éste flaco? Lo conocerá ...? y mil dudas más, que entre que te estuviste comiendo las uñas de los nervios, y se te hizo tarde... el otro se aburrió y volvés a concertar reunión con tus amigos, una vez más, sábado a la noche entre caras archiconocidas.
Será que nuestro ego es más grande de lo que en realidad es la ciudad? El desafío será encontrarse con alguien nuevo! Y quizás no comentarlo al principio, dejar que se despliegue y ver qué pasa...
O tal vez, re encontrarse con alguno de estos conocidos, y tratar algo diferente, sin la tensión inicial de ver como será... después de todo, no hay zapato más cómodo que el que te calzaste varias veces. y no buscamos acaso sentirnos cómodos?
En todo caso, es inútil renegar de nuestra condición de pueblo chico, porque lo seremos al menos un tiempo más. vas a seguir cruzándote a gente que conoce a gente que te conoce. Lo vital será relajarse, sonreir al mundo y a quien nos mira, y tratar de que nuestro infierno no sea tan grande.