lunes, 27 de septiembre de 2010

Al Lado del Camino - Elan (Con letra) Video Oficial

Al lado del camino...

Me gusta estar al lado del camino
fumando el humo mientras todo pasa
Me gusta abrir los ojos y estar vivo
Tener que vérmelas con la resaca
entonces navegar se hace preciso
en barcos que se estrellen en la nada
Vivir atormentado de sentido, creo que esta, sí,
esta es la parte mas pesada

En tiempos donde nadie escucha a nadie

En tiempos donde todos contra todos
En tiempos egoístas y mezquinos
En tiempos donde siempre estamos solos
Habrá que declararse incompetente
en todas las materias del mercado
Habrá que declararse un inocente
o habrá que ser abyecto y desalmado
Yo ya no pertenezco a ningún ismo
me considero vivo y enterrado
Yo puse las canciones en tu walkman
el tiempo a mi me puso en otro lado
Tendré que hacer lo que es y no debido
Tendré que hacer el bien y hacer el daño
No olvides que el perdón es lo divino
Y errar a veces suele ser humano

No es bueno nunca hacerse de enemigos

que no estén a la altura del conflicto
Que piensan que hacen una guerra
y se hacen pis en la cama como chicos
Que rondan por siniestros ministerios
haciendo la parodia del artista
Que todo lo que brilla en este mundo
tan solo les da caspa y les da envidia

Yo era un pibe triste y encantado

de Beatles, Caña legui y maravillas
los libros, las canciones y los pianos,
el cine, las traiciones, los enigmas
mi padre, las cervezas, las pastillas, los misterios, el whisky malo,
los óleos, el amor, los escenarios
el hambre, el frío, el crímen, el dinero y mis 10 tías
me hicieron este hombre enreverado
si alguna vez me cruzas por la calle
regalame tu beso y no te aflijas

Si ves que estoy pensando en otra cosa

no es nada malo es que paso una brisa
la brisa de la Muerte enamorada
que ronda como un ángel asesino
Mas no te asustes siempre se me pasa
es solo la intuición de mi destino

Me gusta estar al lado del camino

fumando el humo mientras todo pasa
Me gusta regresarme del olvido
para acordarme en sueños de mi casa
El chico que jugaba a la pelota
del 49585
nadie nos prometio un jardín de rosas
hablamos del peligro de estar vivos

No vine a divertir a tu familia

mientras el mundo se cae a pedazos
Me gusta estar al lado del camino
Me gusta sentirte a mi lado
Me gusta estar al lado del camino
Dormirte cada noche entre mis brazos
Al lado del camino
Al lado del camino
Al lado del camino
Es mas entretenido y mas barato
Al lado del camino
Al lado del camino.

Fito Paez

lunes, 20 de septiembre de 2010

Lady Antebellum - Need You Now

Decir adios... o hasta luego?

Música sugerida: "I need you now" de Lady Antebellum.


Pasó el invierno. Los días se alargan, el clima se templa, y las posibilidades de disfrutar se vislumbran renovadas en las sonrisas dibujadas de los transeuntes. La atmósfera rosarina se describe con la palabra "movimiento". Una oscilación que va pendular, entre los amagues de encierro por los últimos coletazos de un viento frío, desubicado en el tiempo, y la euforia por absorber el sol que se promete.
El parque al lado del río, rebosa de sonidos y fluidez, gente que va y viene, que se observa sin mirar, bullicio que se oye, sin escucharse. En la mesa de Flora, sentados de cara al río, Ale, Ario y yo, ensayamos una suerte de filosofía estacionaria. Mezcla de balance y visión de futuro. Proyectos laborales truncados, amigos que volvieron, amores que no fueron.
Ario, con la practicidad que lo caracteriza, sentencia: "Lo importante, es vivir en lo que existe; en el ahora. El resto no tiene sentido. Hay que desapegarse, aprender a decir ADIOS".
Nosotros acordamos con el convencimiento que surge frente a una verdad aplastante. Sí, sí. Hay que decir adios y seguir adelante. 
No se si es una cuestión de química nuestra, o es el común de las reuniones de amigos. Pero cuando estamos juntos, parece que esas cuestiones existenciales, se revelasen transparentes, sencillas y hasta obvias.
Volví a casa pensando en esos recuerdos que me construyeron y todavía me duelen con una actualidad pasmosa. Amigos que se fueron, situaciones que ya se vivieron, el amor concluso que me paralizó. 
Instantáneamente, me vino a la mente Nuñez. Hace un año en honor a la verdad, tomé coraje (o huí?) de esa relación a distancia que puedo decir sin titubear, fue el amor de mi vida. Recordé las veces que tuve que contenerme merced de mi voluntad, de no marcar su número y llamarlo para escucharlo reir. Las memorias que me sustraen del mundo, y me sumen en un filme mudo de anécdotas vividas. Los mates en el parque en Rosario y en capital, los regalos que nos hicimos, las cenas, las salidas, los besos, los te quiero...  
Saben mis silencios y mis afectos más cercanos, las lágrimas que aprendí a llorar cuando se terminó. Sí... ¡Y ese dolor! Que se dibuja como un hueco, un pozo insondable que fagocitó todo en mi vida. Me quedé sin risa, sin llanto, sin colores... Antes de vivirlo, si leía o escuchaba de alguien pasar por algo así, creía que se trataba de un exceso de dramatismo, o una falta de emociones en la vida. Pero me equivoqué. Llegué a prohibir decir su nombre en un ridículo intento de olvidar (o negar). 
Nada sirvió, y la vida continuó.
Sin dudas, debería decir adios. Pero ahí redica la trampa, "deber" no es "querer". Y cuando creo haberme desprendido del elefante que se sienta a mi pecho cada vez que recuerdo a Nuñez, aparece un mensaje suyo, o una invitación a alguna red social. Y mi pulso se acelera, sin perder la certeza de lo que ya fue...
Sin dudas, la vida es movimiento, entradas y salidas, encuentros y despedidas, pero hay situaciones y personas, a las que a veces no les podemos decir adios, sino un tímido (¿y esperanzado?) hasta luego...




Desde el ovnirosarino

jueves, 5 de agosto de 2010

500 Days Of Summer (2009) Soundtrack 11- Hero

Puertas y portazos...

Música sugerida:"Hero" de Regina Spektor.

Una ola polar... Gente arrebujándose en camperones y abrigo que nunca alcanza. Caminando como vectores, directos, sin casi intercambiar miradas. Certeros a los lugares a los que deben ir. Ni el invierno hace cesar el movimiento urbano, pero lo dota de un matiz impersonal. Donde las miradas ya no están en el afuera, sino vueltas hacia adentro. El viento cortante zumba, y Rosario invita desde las vidrieras de los bares a las pausas reflexivas de los encuentros entre amigos.
Me suena el celular volviendo del trabajo; un mensaje de Ti citándome para un café en media hora. Me cambio, me enfundo ropa oscura y gorro de rigor, y empiezo a caminar calle Córdoba. Cruzo plaza San Martín, sigo directo al centro. Miro de refilón mi reflejo en las vidireras, y noto mi radiante palidez... Me convertí en toda una creatura del invierno rosarino.
Entro en el Mc Café y enseguida me embarga el bullicio y la calidez del refugio concurrido. Con capuccinos en la mesa y vasos grandes de soda, nos ponemos al día de nuestras vidas. La puerta trasnparente no cesa su vaivén, como un testimonio de que la vida circula en la ciudad, con calor propio, en forma de su gente.
Ti me cuenta que Lupo conoció a un farmacéutico, y que instantáneamente comenzaron a planear un ensayo de noviazgo. Lupo tiene una vena muy práctica, basta hablar con el quince minutos, para saber que se anima a abrir puertas, experimenta, se asoma, se alegra, se frustra... no teme. Según él, la oportunidad no es más que adentrarse entero a lo que puede ser.
Con el calor del café, salimos a plantar cara al gélido paisaje. Caminamos en el paisaje plomizo del happy hour, donde circula la gente camino a las mesas resguardadas, sin perder un minuto.
Personas que entran y salen, que est´´an en la calle lo necesario para poder llegar a estar en otros lados.
Llegamos a una tienda y nos metemos dentro, un empujón de aire me saca la puerta d ela mano, y un portazo anuncia que entramos al local. Mientras miramos lo que se ofrece y ensayamos situaciones donde usaríamos los atuendos interesantes, me cuenta Ti que aún sigue viendo qué puede llegar ocurrir con respecto al chico con el que se está viendo. No han establecido el contacto que él hubiese esperado en un noviazgo, pero hay algunas situaciones y sentimientos que le dicen que quizás sea algo más que simples encuentros informales. Decidió que dejará las cosas fluir y que se acomoden como deban ser. Ti, con la paciencia del que es optimista y cauto, dejará la puerta entreabierta.
Me compro un saco que está a muy buen precio, que deberé esperar a días más cálidos para estrenarlo. Mientras Ti me acompaña un par de cuadras volviendo del centro, caminamos y hablamos sobre cómo resulto mi reencuentro con un ex. Volvió de Europa hace un par de meses y nos hemos encontrado intermitentemente en distintas fiestas y salidas, a veces con cruces pautados, otras veces por las vicisitudes de una ciudad no muy extensa. Me pregunta qué tal salió una cita que había tenido con el sujeto en cuestión, en la cual fuimos a comer a Sana Sana, uno de mis restos favoritos, por el menú vegetariano. Y contesto con una verdad contundente. Sinceramente, lo quiero mucho, pero creo que esa historia está cerrada. Hay un cariño que permanecerá siempre, pero el momento de que hubiese podido germinar en algo mas, pasó con las estaciones y los meses. Se me revela mi naturaleza tajante respecto a decisiones tomadas. No habrá vuelta atrás con él. Esa historia se cerró con un portazo.
Me despido de Ti, subo al ascensor, y pienso en la analogía de las puertas y las elecciones... Abrimos puertas, con timidez o determinación... A veces, las mantenemos abiertas, para poder saber con certeza cuál será el siguiente paso a dar, o por imposibilidad de concluir situaciones... Otras, elegimos terminar, cerramos la puerta a algo vivido, construímos un recuerdo; Con el peso de una epifanía seguida de un portazo, o con la sutileza de una despedida amable, de algo que fluye hacia la dispersión.
No hay gran ciencia en elegir, más que el coraje de abrir, asomarse, entrar o cerrar y seguir. Puede que sea incierto, agotador, hasta frustrante, pero al menos yo, cuento con laderos de lujo, amigos de "fierro" que se paran a mirar conmigo por las cerraduras, con un café de por medio.
Que siga la ola polar azotando puertas y ventanas... 

Desde el Ovnirosarino.

jueves, 22 de julio de 2010

A los cuarenta...


Música sugerida: "Waiting in vain",  Annie Lennox
A los 40?

40 años, mitad de una vida (bueno de una vida normal, hasta los 80, ¿cuánto piensan vivir?, más de 80?, ok, pero sepan que no tiene gracia mearse y guardar los zapatos en la heladera).
A los 40 uno empieza a pensar en la vida útil que le va quedando no?, unos 20 años más?. Con vida útil me refiero a los años de vida restantes en los cuales el cuerpo todavía va a poder responder a los estímulos, con mediana velocidad y resistencia (como el club).
En fin, cuánto tiempo queda por compartir dignamente con este cuerpo que se va muriendo?.
Entonces además del apuro del tiempo que pasa implacable, uno, a esta edad,  se supone que además debería ser adulto, hace rato, o sea, debería haber aprendido a pensar con la cabeza fría, de acuerdo a las posibilidades reales, planificando un futuro, etc, etc.
Y si uno se encuentra solo a esta edad (soltero, divorciado, viudo, con o sin hijos), y uno no quiere estar solo, la pregunta del millón empieza a ser, me vuelvo a enamorar o me busco un compañero/a que no me rompa los huevos?  
Me interesa volver a sentir la chispa, el vacío en el estómago, las maripositas?, o quiero mirar una peli, comer una pizza, y si no hay pasión, cariño, mimitos, no importa?
En el milagro de la chispa, se nos abre una puerta en el pecho y sale un haz de luz de cada una de las personas involucradas, y la conexión que se logró en ese instante, es única y exquisita. Un milagro que se activa con un beso, una mirada, un roce, lo que sea. Es energía pura, no necesita mediar contacto.
El compañero de la peli y la pizza, se va logrando con el tiempo, a fuerza de amoldarse y enmudecer, no es un milagro.
A los 20 uno es completamente visceral, se manda, salta sin red, se suicida en cada encuentro con otro ser humano.
Quizás a partir de los 27 años, hasta casi los 40, uno se va poniendo cada vez más cerebral, menos improvisado, más de cartón. Para no sufrir?, quizás.
Y sorprendentemente, a los 40, quizás por percibirnos mortales, volvemos al comienzo de la rueda, y retomamos lo visceral.
Empezamos a preferir un minuto vivido a full, que meses y meses de compañía fría y desgastada.
El encuentro romántico abre puertas del alma, que ninguna otra cosa logra abrir. Uno explota desde adentro y deja escapar vida pura. El poder que sentimos cuando estamos enamorados, nos iguala a los dioses. Y la química se logra con esa única persona, que no sabemos quien es, y que en cualquier momento lo tenemos enfrente nuestro.
Y una vez que ocurre, dura para toda la vida así?, no necesariamente. Puede que haya sido sólo ese momento. Para toda la vida, lo único que queda, es el recuerdo de haber sido parte de un milagro.
Valdría mucho la pena encontrar a la persona que nos encienda la chispa, con quien también podamos ver la peli y comer la pizza…
Para eso, y cuando el corazón lo indica, hay que dejarse llevar, abrir las puertas, entregarse, quedar expuesto, saltar sin red…estás dispuesto?

De la pluma de Uma

lunes, 19 de julio de 2010

Amigos... Say no more

Tras la muerte de su amigo en 1974, Borges escribió el poema «Manuel Peyrou», incluido luego en Historia de la noche:


Suyo fue el ejercicio generoso
de la amistad genial. Era el hermano
a quien podemos, en la hora adversa,
confiarle todo o, sin decirle nada,
dejarle adivinar lo que no quiere
confesar el orgullo.

lunes, 12 de julio de 2010

La chispa...

Música sugerida: "In these arms" de The swell seassons.


Es sabido que cuando dos cuerpos entran en fricción, se produce energía que queda liberada. La mayoría veces, no deja de ser un roce cálido, pero algunas veces, se da una combinación perfecta, que posibilita la aparición de la chispa. Una pequeña luz, un brillo explosivo y breve, que alimentado con los elementos correctos, puede convertirse en una hoguera voraz. Todo gran incendio, comienza con una sola chispa...
Rosario, a pesar de su fría y húmeda fachada, esconde la promesa de una pira. Miles de personas rozando sus calles, sus muros, rozándose en encuentros casuales y programados. Con prisa, con parsimonia, con intensidad, con suavidad.  En esta suerte de pedernal urbano, oscilamos en la búsqueda de la cosa mágica y excepcional que ilumine nuestros días.
Sábado a la tarde, y yo yendo a buscar a Uma para tomar mates en nuestro rincón frente al río. Mientras esperamos que la pava silbe, hablamos, como quien no mide el peso de lo dicho, del estado del amor en nuestras vidas. Uma sigue en pareja con "el hombre", atravesando el abanico de momentos que hay en toda relación. No obstante, llenando el termo, me dice: "Yo me quiero enamorar alguna vez... Con "el hombre" está todo bien, pero falta eso". No es descabellado lo que dice, todos pasamos por momentos en los que buscando ser abrasados de pasión y amor, no logramos mas que la calidez de la ternura, dado por un roce estéril de la chispa. Alguien me dijo una vez, que uno puede enamorarse mucho después de conocer a una persona. Será un descubrir capas más profundas, tal vez. Si así fuera, si hay acto de descubrimiento, sería patrimonio de la razón. ¿Puede ser ese impacto un acto pensado o postergado? ¿O es del reino de lo intuitivo y sorpresivo?
Ya sentados en el césped, mirando el tránsito anónimo de la multitud que pensó que también era un buen día para salir a un parque, seguimos dándole vueltas a la cuestión. Se ven pasar uniones variopintas, pares dispares y otros perfectamente combinados. Olas y olas de personas caminando en sentidos opuestos, pero sin colisionar. como siguiendo las órbitas invisibles de un movimiento natural. ¿Serán concientes de que se mueven? ¿Sabrán quién es su compañera o compañero de viaje? ¿Habrán encontrado la chispa, o solo se conforman con el calor del frotado?
Al cabo de un rato, llega Ti a unirse al grupo. Cuenta que conoció a un chico en Buenos Aires, que visceralmente, le hace saber que es alguien especial. Al punto de llevarlo a ese estado de soliloquio, en el que sólo hay palabras para describir las virtudes de quién nos roba la mirada. Cuando le pregunto cómo está seguro de que algo tan inmediato puede significar tanto, me contesta simplemente: "Cuando es algo especial, lo sentís. Si no, más vale ni te metas". Al parecer, la ecuación se reduce a la máxima, hay algo que pasa, o que no pasa. sea  como sea, uno es conciente de ello desde el primer momento. 
Unos días atras, volvía a casa caminando la peatonal. Antes de cruzar a Plaza Pringles, siento un chistido. Me giro, y lo veo a Dexter. Un tipo sumamente talentoso, inteligente y divertido. Yo creí por las últimas noticias, que estaba viviendo en capital. Nos pusimos a conversar, y me contó que efectivamente, tenía un proyecto de arte muy importante; que estaba en la ciudad para terminar detalles, mientras conseguía un p.h. por la zona de Palermo o Belgrano. Dexter tiene la lengua de seda, sabe qué decir, cómo y cuándo. Y a la luz de la razón, es más que adecuado para empezar una relación. Sin embargo, falta esa sal. Ese algo que impulse a dar el salto. Si me embarcara en algo que de movida no me llena, ¿no sería un acto de hipocresía? ¿O uno debería probar a ver si después puede llegar a enamorarse? Como buen racionalista, abogando a la diplomacia, esquivé la invitación a un café. Expuse someramente mi posición afectiva del momento, y me fuí a casa. Concertamos un encuentro relajado, sin fecha ni lugar, de esos que casi nunca llegan a concretarse...
Me puse los auriculares nuevamente, y me predí entre la multitud de calle Córdoba al sonido de "Don't look back in anger". 
Quizás no haya una respuesta única a esta cuestión. Algunos simpplemente encuentran la chispa, otros encuentran la manera de producirla. Puede ser que haya mucha gente que ni la conozca, o no la necesite. Yo, por lo pronto, he quedado pegado al clisé "el corazón tiene razones que la razón no entiende", y por eso sigo caminando despacio, rozando, rasando...

Ovnirosarino

sábado, 19 de junio de 2010

La Gravedad del otoño...

Música sugerida: "Just say yes" de Snow Patrol


La somnolencia otoñal cubre la ciudad, y entre desperezos, los rosarinos caminamos las calles ocres y doradas. Hay un llamado primordial a recostarse, a yacer. A dejarse vencer por la gravedad húmeda, a veces gélida, que subyuga los cuerpos y los encorva en su tránsito impersonal por las aceras. Se siente el peso del mundo, o de los mundos. Cada quien cual Atlas, va cargando una esfera celeste, privada y compleja, que constituye su Universo privado. Humilde, cotidiano, pero irrepetible y vasto a la vez... No hay estampa más otoñal que la ribera en una tarde de domingo. El paseo de ladrillos, con isletas de cesped renuente a desaparecer, entra en contraste con el tono plomizo del río y la desnudez a medias de los árboles del parque. En ese escenario surrealista me di cita con una amiga,
Esperanza, para tomar mates y ver el desarrollo del espectáculo de la vida. Ahí, entre las infusiones telúricas, se colaron las reflexiones sobre el ayer, el hoy, y el mañana. Concatenados por la fuerza invisible de la Gravedad, que las vuelve un uno. Esperanza disparó la máxima "Ni ahí que creo en las casualidades, pero tampoco en las causalidades." La frase resonó con un eco constante y sólido. Miré la escena del parque con la mirada vaga y fuera de foco, del que mira para afuera, con los ojos hacia el alma. Y se hicieron visibles las órbitas que trazaban las personas, con sus historias, sus acercamientos y sus impulsos de repulsión. Atados por cuerdas intangibles en un baile que da forma a las vidas. Los que se miraban embelesados, los que estaban próximos en cuerpo, distanciados en espíritu, los que eran padres, los que eran hijos, amigos, amantes, amados. Un azar reglado que quizás nos presente a aquellos que serán parte de nuestro universo personal, como estrellas fulgurantes o apenas opacas lunas. En ese momento, se me reveló la gravedad de tal hecho.
Sin demora, me llegó la presencia de Nuñez. Entró a mi vida durante el cénit de un verano, y se diluyó en el trajín del mundo con la caída del follaje, a finales de un otoño. Vino sin que me lo proponga, estaba yo en un boliche de verano, en las costas de Argentina, y como impulsado por una fuerza invisible, nos cruzamos una, dos, tres veces, hasta que se acercó a hablarme y ahí, el vaivén del movimiento gravitarorio, encontró equilibrio desatando un sueño surrealista. Idas y vueltas entre Rosario y Capital. Ansias por llegar, angustias por volver. 
Todo aquel que se haya dedicado a vivir, tendrá un relato similar. Novelas parecidas, pero distintas, únicas e irrepetibles, tan viejas y conocidas  como la caída de las hojas. De esas que aún sin haberlas vivido, se intuyen.
Al principio, traté de oponerme a ese encuentro titánico. Apelé a todas las formas de intelectualización posibles, restando importancia al hecho de pensar cada día, cada minuto, en sentir su presencia. Sin embargo, me fue tan imposible, como a la Luna liberarse de su lugar natural.  Primero, me regalo un "te quiero", y me sentí más liviano que el aire, volando libre en un éter de plenitud. Pero, como a toda acción le supone una reacción de igual intensidad, me embargó el miedo de verme alejado del suelo conocido, sin el cobijo de la gravedad. Una noche, cuando ya sentí que mis fuerzas habían flaqueado frente al peso de la situación, desaté una retahíla de frases similares a navajas. Frases que Nuñez recibió en silencio, y respondió con un "...y yo te amo". No pude más que saber que estaba frente a un hecho de gravedad trascedental en mi vida. Porque el amor era mutuo...
Muchas veces, sentimos el impacto de la conciencia de estar escribiendo nuestra historia. Momentos de lucidez que nos ponen exultantes, donde florecemos y disfrutamos de los frutos dulces de lo que sin dudar, podemos llamar momentos de felicidad.
Pero la Tierra giró y los días pasaron, los vientos se volvieron más fríos, y el ímpetu que nos unía, se fue rindiendo al letargo de la ciudad, que se tejía un manto con los recuerdos estivales para sacudirse el otoño que la acunaba.
Y así, sin que el mundo se inmute, se terminó. Todo lo que sentía, la enormidad que había habitado en mi pecho, quedó sin asidero. Una a una, todas las ilusiones empezaron  a desprenderse como hojas muertas, cautivas del capricho de los movimientos de repulsión. Y  de pie, muerto en vida, como un árbol de cara al invierno,  viví en una especie de sopor, la sucesión de domingos a la tarde, frente al río. Sin grandes estridencias, el amor de mi vida se convirtió en un recuerdo de café de otoño.
Sin poder elegir del todo qué vivir, a quién conocer, a quiénes amar, podemos libremente desear, soñar y atrevernos. Siempre podremos optar por averiguar qué aprender, de quién y cuando. No obstante, es quizás la gravedad la que determine en ultima instancia, que las cosas caigan bajo su propio peso.

ovnirosarino



miércoles, 12 de mayo de 2010

Bendición a mis amigos

POEMA ESCRITO EN EL SIGLO XIX   



Te deseo primero que ames,
y que amando, también seas amado.
Y que, de no ser así, seas breve en olvidar
y que después de olvidar, no guardes rencores.
Deseo, pues, que no sea así, pero que sí es,
sepas ser sin desesperar.

Te deseo también que tengas amigos,
y que, incluso malos e inconsecuentes
sean valientes y fieles, y que por lo menos
haya uno en quien confiar sin dudar

Y porque la vida es así,
te deseo también que tengas enemigos.
Ni muchos ni pocos, en la medida exacta,
para que, algunas veces, te cuestiones
tus propias certezas. Y que entre ellos,
haya por lo menos uno que sea justo,
para que no te sientas demasiado seguro

Te deseo además que seas útil,
más no insustituible.
Y que en los momentos malos,
cuando no quede más nada,
esa utilidad sea suficiente
para mantenerte en pie.

Igualmente, te deseo que seas tolerante,
no con los que se equivocan poco,
porque eso es fácil, sino con los que
se equivocan mucho e irremediablemente,
y que haciendo buen uso de esa tolerancia,
sirvas de ejemplo a otros.

Te deseo que siendo joven no
madures demasiado de prisa,
y que ya maduro, no insistas en rejuvenecer,
y que siendo viejo no te dediques al desespero.
Porque cada edad tiene su placer
y su dolor y es necesario dejar
que fluyan entre nosotros.

Te deseo de paso que seas triste.
No todo el año, sino apenas un día.
Pero que en ese día descubras
que la risa diaria es buena, que la risa
habitual es sosa y la risa constante es malsana.

Te deseo que descubras,
con urgencia máxima, por encima
y a pesar de todo, que existen,
y que te rodean, seres oprimidos,
tratados con injusticia y personas infelices.

Te deseo que acaricies un perro,
alimentes a un pájaro y oigas a un jilguero
erguir triunfante su canto matinal,
porque de esta manera,
sentirás bien por nada.

Deseo también que plantes una semilla,
por más minúscula que sea, y la
acompañes en su crecimiento,
para que descubras de cuantas vidas
está hecho un árbol.

Te deseo, además, que tengas dinero,
porque es necesario ser práctico,
Y que por lo menos una vez
por año pongas algo de ese dinero
frente a ti y digas: "Esto es mío".
sólo para que quede claro
quién es el dueño de quién.

Te deseo también que ninguno
de tus defectos muera, pero que si
muere alguno, puedas llorar
sin lamentarte y sufrir sin sentirte culpable.

Te deseo por fin que, siendo hombre,
tengas una buena mujer, y que siendo
mujer, tengas un buen hombre,
mañana y al día siguiente, y que cuando
estén exhaustos y sonrientes,
hablen sobre amor para recomenzar.

Si todas estas cosas llegaran a pasar,
no tengo más nada que desearte.

VICTOR HUGO

lunes, 15 de marzo de 2010

Ojalá...

Música sugerida: "Bad romance" de Lady Ga Ga.


Maldición de Oliverio Girondo:
Que los ruidos te perforen los dientes, como una lima de dentista, y la memoria se te llene de herrumbre, de olores descompuestos y de palabras rotas.
Que te crezca, en cada uno de los poros, una pata de araña; que sólo puedas alimentarte de barajas usadas y que el sueño te reduzca, como una aplanadora, al espesor de tu retrato.
Que al salir a la calle, hasta los faroles te corran a patadas; que un fanatismo irresistible te obligue a posternarte ante los tachos de basura y que todos los habitantes de la ciudad te confundan con un meadero.
Que cuando quieras decir: "Mi amor", digas: "Pescado frito"; que tus manos intenten estrangularte a cada rato, y que en vez de tirar el cigarrillo, seas tú el que te arrojes en las salivaderas.
Que tu mujer te engañe hasta con los buzones; que al acostarse junto a ti, se metamorfosee en sanguijuela, y que después de parir un cuervo, alumbre una llave inglesa.
Que tu familia se divierta en deformarte el esqueleto, para que los espejos, al mirarte, se suiciden de repugnancia; que tu único entretenimiento consista en instalarte en la sala de espera de los dentistas, disfrazado de cocodrilo, y que te enamores, tan locamente, de una caja de hierro, que no puedas dejar, ni un solo instante, de lamerle la cerradura.
Espantapájaros, 1932.

jueves, 11 de marzo de 2010

Banda sonora de la guía de supervivencia de Rosario...

  1. The world i know - Collective Souls.
  2. Old habbits die hard - Mick Jagger junto a Sheryll Crow.
  3. Human - The Killers.
  4. Sea - Mercedes Sosa y Jorge Drexler.
  5. Bitch - Meredith Brooks.
  6. Glitter in the air - Pink.
  7. My favourite game - The Cardigans.
  8. Hallelujah - Rufus Wainwright.
  9. Someday - Rob Thomas.
  10. I'm whit you - Avril Lavigne.
  11. Moving - Macaco.
  12. You make my dreams come true - Hall and Oates.
  13. So nice - Basia y Taro Hakase.
  14. Here comes the rain again - Annie Lennox.

Sabor a cambio: Mojito

Es un trago que tiene la virtud de generar distiintas emociones en quienes lo prueban. Me ha tocado observar las mas variopintas reacciones, espero a que se tomen tres tragos y lanzo la preguunta.... ¿A qué te hace acordar? Y posta que surgen recuerdos del tipo, "al verano", "a fulan@", "me da tristeza", "me da alegría", etc. Una bebida que produce tal efecto, se hace merecedora de mención y de prueba de parte de quienes aún no la conocen.
Como todos los tragos, a veces cuenta con versiones apócrifas y recetas bastardas. Pero hay al menos un par de lugares en Rosario, que lo preparan de manera decente. Eso sí, el original lleva hierba buena, aquí hemos de conformarnos con menta. Pero la esencia no cambia. Para una decente degustación, dirigirse a Davies, o a Natural Mystic.

Si tenés delirios de bartender, y los elemnetos adecuados, acá va la receta para un hehco en casa:

Cómo hacer un buen mojito… “que no produzca vómitos antes de beberlo”.

ingredientes:

50 cc de ron habana blanco.
25 cc de jugo de limón – más exótico con lima
3 cucharadas de azúcar blanco.
2 ramas de hierbabuena.
soda.

50 cc es aproximadamente 1 onza = un vaso de tequila.

mojitoprocedimiento:

Poner en un vaso de trago largo (tubo, tumbler) y machacar con un mortero las hojas de la hierbabuena incluyendo sus tallos, el azúcar y el jugo de limón con apenas unas gotas del ron y dejar macerando por dos o tres minutos. Agregar hielo, el ron y mezclar con una cuchara. debe quedar 3/4 partes del vaso. luego completar con soda. no cometer la gringada de ponerle agua mineral con gas.

Decorar introduciendo la segunda ramita de hierbabuena, la que no machacamos, claro… deben quedar emergiendo cuatro o cinco hojas. hay quienes agregan una rodaja de lima insertado en el borde del vaso, pero yo prefiero evitarlo porque se pierde la esencia y el significado de la decoración del trago. el mojito es el trago nacional de cuba y esa ramita flotante simboliza justamente a la isla bonita en medio del mar caribe…

Un mojito será tal si se utiliza ron habana blanco. si no conseguimos, por ejemplo en argentina, existe un ron llamado pampero de origen venezolano que cuesta la mitad y presenta una calidad más que respetable.

A ver las repercusiones...

Ovnirosarino

viernes, 19 de febrero de 2010

Atardecer gris, mañana roja; saca el paraguas que te mojas.


Música sugerida: "Here comes the rain again" de Annie Lennox.


El verano llegó (hace rato)…y con el verano comenzó, como en casi todos estos últimos años, la reiteración de fenómenos climáticos inextricables, que nos hacen pensar, que Rosario se ha trasladado, sin nosotros advertirlo, a una zona geográfica cercana al Ecuador.


En un mismo maldito día pueden sucederse sin más (y ya sin una pizca de asombro en los rosarinos) un cúmulo de espesas nubes negras seguidas de una irreverente y copiosa lluvia, y para rematar, dos horas después de haber caído la última gota, termina apareciendo un espléndido e inclemente sol que parte la tierra.


Debido a esto, los rosarinos, a esta altura del año, ya nos hemos acostumbrado a salir a la calle, vistiendo remeras o camisas de mangas cortas, llevando un abrigo livianito por las dudas, un piloto, lentes de sol, y un paraguas. Un paraguas? Dios bendito!...apenas comenzado el verano me percaté de que no tenía uno.


Ningún problema, me dije, y me encaminé a la peatonal en búsqueda de un hermoso paraguas de esos que venden por la calle (más que hermoso, barato).


Entiendan que se trataba del inicio de la temporada tropical, por lo tanto, en cada una de las equinas había uno de esos vendedores que venden alternativamente, justo lo que se necesita en ese momento, por lo tanto en época de lluvias, venden paraguas.


Me acerqué a uno de ellos, y me encontré con que ofrecía dos tipos de paraguas, uno plegable (que se puede llevar en el bolso), y otro no plegable (que hay que llevar indefectiblemente en la mano toooodo el tiempo).


Como es de esperar, le encontré un inconveniente a cada modelo: los del tipo plegable suelen ser más frágiles (aunque dentro de todo, suelen durar una temporada completa), los no plegables, los termino dejando olvidados por ahí, y casi nunca los recupero.


Y aunque una voz dentro de mí decía “llevate el plegable”, mi espíritu aventurero me llevó a comprar el paraguas no plegable.


Estuve días y semanas acarreando el maldito trasto de acá para allá, con la secreta intención de abandonarlo en cualquier lado, pero siempre lo terminaba necesitando. A esta altura de las circunstancias, empecé a pensar en enmendar mi error y comprar de una buena vez el paraguas más indicado para mi forma de ser, o sea, el plegable, que lo metés en el bolso, y yaaaaaaaa.


Pero, fueron pasando los días, y como el trasto que llevaba encima, si bien me molestaba (me molestaba al subir y bajar de los colectivos, me molestaba cuando me sentaba a tomar un café y no había manera de tenerlo en pie ni de colgarlo en ningún lado, me molestaba, me molestaba, me molestaba), dentro de todo, también cumplía muy bien su simple misión de protegerme de la lluvia (mucha, mucha lluvia tropical en Rosario, recordemos).


Y así pasaron los días, y yo, embutida en otros temas, olvidé enmendar mi error y continué en la incomodidad del paraguas-bastón.


Hasta que un día sucedió lo que todos ustedes ya estarán imaginando. Si, si, un buen día, ya muy hinchada las pelotas, en forma in-voluntaria, abandoné al pequeño trasto vaya a saber dónde mierda, y ¡oh no!, me quedé sin paraguas.


Pasaron tres días, durante los cuales la falta de lluvia me mantuvo ajena el hecho de que debía, en forma urgente, comprar otro paraguas. Ya no era cuestión de gustos, sino de necesidad.


Por fin, al cuarto día sin paraguas, la lluvia me hizo descender de un colectivo, para dirigirme nuevamente a la peatonal en busca de vendedores del impermeable oro plegable.


Pero…pero…perooooo, resultó que caminé hacia un lado y hacia otro y me percaté de que ya no había vendedores de paraguas en cada esquina de la peatonal como antes!...(obvio, ya todo el mundo había comprado el suyo, previsoramente, al principio de la temporada).


Entonces después de caminar tres cuadras terminé encontrando al último eslabón perdido de los vendedores de paraguas, llevando colgado en su brazo, un hermoso ramillete de puntiagudos paraguas, NO PLEGABLES…agggghhhh.


Por supuesto es que no volví a comprar la misma clase de “porquería molesta” que había abandonado hacía apenas tres días atrás.


En ese momento, agotada, mojada de pies a cabeza, desesperanzada y desesperada, volví a casa.


Mientras caminaba (bajo la lluvia, obvio) pensé un poco acerca de lo sucedido:


1) Por un lado, se me presentaba este tema del clima tropical rosarino, que nos impulsa a comprar paraguas. Hay que comprar una paraguas…en fin.


2) Por otro lado, la poco feliz elección que hice de mi paraguas, totalmente inadecuado para mi forma de ser. ¿En qué estaba pensando?


3) Por último, la ilusoria idea que tenemos todos en general, de que contamos con tooooodo el tiempo del mundo para enmendar errores, y nos dejamos estar, hasta que nos chocamos con la cruda realidad que nos demuestra que no es así, acompañada casi siempre de la consecuente angustia, rabia y desesperación que nos agarra, cuando advertimos la escasez de oportunidades disponibles como las que había otrora…(recuerden…tres cuadras caminé para encontrar “lo que yo ya no quería”, mientras que antes, de “eso que yo sí quería”, había en cada una de las esquinas).


Conclusión: yo sigo sin paraguas, y a las oportunidades, las pintan calvas. 

De la pluma de Uma.

viernes, 29 de enero de 2010

Elíxires divinos... COSMOPOLITAN

Hay una constante en las reuniones de amigos referida a las bebidas más deliciosas, siempre se menciona el COSMOPOLITAN. Inscripto ya en nuestro inconciente colectivo, nos resulta familiar ver copas de boca ancha, y aparentemente deliciosa sustancia contenida... Pero en un sondeo real, resulta que el trago no está tan disponible en las barras (quizás por los requeridos arándanos rojos), ni ha sido tan saboreado por todos auqellos que lo pusieron en boga. Es innegable sin embargo, que es un trago que por diversos factores capta nuestra atención, y suele remitirnos a frescura, sofisticación, y ambiente de fiesta.
Es menester testear esta bebida, y alimentar el folcklore etílico con comentarios a favor o en contra. Hay dos lugares que han sabido presentar "Cosmos" dignos de mención en la ciudad de Rosario, a saber: Red Lion y Groove.
Si por vicicitudes económicas, estacionales, o de otras índoles, no es posible acercarse a un barman y susurrar, elvantando firmemente el índice, esbozando una media sonrisa, y entornando los ojos, al tiempo que decimos: "Haceme un COSMOPOLITAN", colgamos la receta para experimentar en casa.

IngredientesPara preparar COSMOPOLITAN necesitarás disponer de los siguientes ingredientes:
2 medidas de Vodka
2 medidas de Cointreau
1 medida de Jugo de Cranberry (arándano rojo)
1 golpe de Jugo de limón
PreparaciónUna vez que cuentes con estos ingredientes podremos comenzar con la preparación de COSMOPOLITAN siguiendo las siguientes instrucciones:
Colocar todos los ingredientes en Coctelera. Agitar, colar y servir en un vaso de coctel.

miércoles, 27 de enero de 2010

Tormentas de verano...

Música sugerida: "So nice" de Basia y Taro Hakase.


El verano se muestra inclemente, altas temperaturas durante el día, noches de agobio y eterno pensar. Sin embargo, la modorra veraniega no encuentra asilo en la cultura rosarina. La ciudad no resigna su movimiento cosmopolita, y el desfile de personas buscando refugio de los generosos rayos del astro, es incesante.El río marrón, de pronto, se convierte en un flujo prístino de agua refrescante. Uno se olvida de la polución y del vértigo que nos genera el no ver el fondo que caminamos.
Preparando el morral para ir a la isla, apenas a minutos de la estación fluvial,miro el pulular urbano a través del balcón, y pienso en la reacción de los animales antes de una gran tormenta.
Por ejemplo, las hormigas... generalmente organizadas, parecen perder su esencia de estructura pitagórica, y se mueven erráticas y numerosas. Como buscando algo que no conocen. A veces, el cielo se rompe en un bombardeo líquido, sorpresivo, mas no inesperado. Que recuerda a sus víctimas que el tiempo no se disipa con el calor, que a pesar de la promesa de la búsqueda en un espacio inconmensurable, existe una finitud dictada por el paso de las horas... tal cual una tarde de verano, o una estación. Algunas, las más afortunadas, quizás encuentran a otra hormiga, y se encuentran y se comunican fugazmente. Otras, han de encontrar un refugio desde el cual observar la debacle meteorológica, y muchas, perecerán en medio de su gesta. Quizás sin haber descubierto siquiera el motivo de su expedición fuera del nido seguro.
Los rosarinos no escapamos a esta atmósfera de hipnótico agobio. Día y noche, nos arrojamos al universo de cemento, o escapando ilusoriamente de él, en una corrida frenética, huyendo y buscando un no sé qué que qué se yo... la isla Vladimir, la Florida, los bares de la ribera como en un rosario que pide un descanso del calor... Davies, Flora, Quillagua, la Fluvial... La gente corre de aquí para allá, y quizás en el ruedo algunos se encuentran. Y se produce la química de un intenso cruce. En el cual la presencia de Cronos apresura las promesas y las fantasías... Hasta que estalla la tormenta, y con el correr del agua, se diluye el amor estival. Otros, padecen la incertidumbre acuciante de la búsqueda, y la necesidad que parece flotar en el aire de encontrar, de encontrar eso que aún no se conoce, más que como promesa de verano, de amor. Que se sabe fugaz, y a veces trágico, pero al que se apuesta... Sin embargo... Rosario, a pesar de su organización de damero, sigue siendo una jungla a veces inabarcable... Y estos aventureros, fenecen con la tempestad y sus ilusiones. Te quieros apresurados, viajes precipitados a provincias vecinas, encuentros nocturnos al lado del río. Todos estos momentos quedan como ecos tronantes de la atmósfera veraniega, donde el para siempre, es ingénuamente reemplazado por el ahora, y la informalidad se camufla de compromiso. ¿Quién no atesora un febril y fugaz romance de enero?

Otros animales curiosos que habitan la urbe, y reaccionan de manera particular en la calma frente a la tormenta, son las libélulas o alguaciales. Antes de una tormenta, poblan el aire con sus figuras hetéreas, con la gracia de lo que fluye sin esfuerzo. No obstante su grácil apariencia, podemos observar que son presas de un frenesí, quizás impulsado por el calor, quizás regido por un orden estival, que hace que se busquen, que dancen en armonía, sin colisionar, para finalmente, fundirse en un abrazo fecundo, voraz y sexual.
Así, de repente, el aire se llena de un indisimulado festival orgiástico, en el cual los participantes parecen tener la prisa que viene de la conciencia de saber que se acaba la bonanza, se termina la calma, y se disparará la furia del temporal. Y parece no haber tragedia, a pesar del final predeterminado. No hay dolor profundo cuando se vive la entrega al presente que se sabe efímero.
No hay diferencia con los seres humanos devenidos rosarinos... Parecen incrementarse nuestras sensaciones, impulsadas quizás por las temperaturas diurnas y nocturnas, transporta nuestras feromonas en el ambiente, y las miradas de soslayo se vuelven indiscretas y muy directas... Volamos, fluimos, boliche, río, peatonal, parque, etc., etc., etc. Buscamos un partenaire para nuestra danza, y si lo encontramos, la intensidad del encuentro puede medirse en ¡kilotones! Un deleite dionisíaco, que no escapa a la caducidad de un festival. Finalmente, la falsa calma, dará paso a la tormenta perfecta, la tormenta de verano que estalla en el cielo y en el suelo. Nos barre de aquí para allá, nos azota, nos invade los sentidos y alborota nuestra memoria...
Nos encontramos a todas horas, no podemos aplazar, los besos se vuelven más sabrosos, las miradas más complices, los silencios nos impelen a abalanzarnos sobre el otro...
Finalmente, pasa el agua, se calma el aire, termina el verano, y la calma forzada de la monótona rutina, nos adormece a la espera de la próxima vigilia estival. Hay quienes se resisten a este movimiento natural, y quieren perdurar en algo que es irreal. El amor de verano, es como el brotar de una flor, esplendoroso, pero no está destinado a durar. Quienes así se empeñan, luego, han de sufrir el desarraigo de sostener algo fuera de época, casi antinatural.
Pero la mayoría, se adormece, y sueña los recuerdos de sol, de vuelo, de río, de parque... Y Rosario, como madre comprensiva, los acuna inperturbable hasta el verano siguiente.

jueves, 7 de enero de 2010

The harakiri situations...


Música sugerida: "You make my dreams come true" de Hall and Oates.


Con el solsticio de verano, comienza una fase particular del año. La ciudad lo recibe de manera singular, reaparecen escenarios que estuvieron en preparación para el festival de tres meses que se apodera de la atmósfera. Aparecen con renovado protagonismo las casas de Funes, con piletas y sol en sinfonía, los bares de la Florida de cara al río, y los mates vespertinos en el parque reemplazados por tererés o gaseosas frías.


Cada espacio se convierte en lugar de potencial recreación, Rosario parece desnudarse para que sus habitantes la exploren con hedonismo indisimulado. De alguna manera, lo mismo pasa con sus habitantes. La sugerencia se hace presente, a través de los asomos de pieles bronceadas y formas sutilmente definidas que aparecen dibujadas por las telas livianas de estación.


Con tal escenario dispuesto, la sensualidad se convierte en la obra a representar, y todos nosotros sus actores en versión libre. Algunas son comedias, otras dramas, otras, historias de amor, de locura, de muerte (llega a haber de esas también). Sea como sea, todos representamos nuestros papeles con gallardía y honor. A tal punto, que dejamos que con la temperatura, hierva nuestra sangre, y la pasión vence a la razón, aunque los resultados no son siempre los esperables. Éstas situaciones, son las que damos en denominar “The Harakiri situations”…


Ty estaba saliendo con un chico que le gustaba hace años. Si bien la situación no se definía como noviazgo, compartían salidas, cenas y películas. Pero el muchacho en cuestión no dejaba de lado su individualismo acérrimo, y tenía la costumbre de desaparecer sin noticias. Dejando a Ty colgado de su asombro y de sus dudas. Una noche de fin de semana, coincidente con una de las desapariciones del chico que había anunciado se quedarpia en su casa descansando, habíamos celebrado un cónclave en nuestra heladería de calle Pellegrini.


Entrada la noche, Ty emprendió el regreso en su auto, llevando a Ario como copiloto. Quiso el destino que lo cruzaran caminando por una de las calles del centro.


-          ¡Ahí va caminando! ¿Qué hago? – preguntó Ty con ansiedad indisimulada.


-          No sé…


-          Yo lo sigo… ya fue.


Así comenzó una persecución de película, de baja velocidad y luces apagadas. Lo siguieron a paso de hombre, especulando en cada cuadra y en cada parada, acerca de las intenciones y destino del chico. Ty imaginaba las formas en las que iba a reprocharle su engaño, su supuesto cansancio, y ensayaba las frases murmuradas con las que habría de castigar su engaño.


 Finalmente, se paró en la puerta de un edificio de la calle Paraguay, que desterrando toda elucubración, resultó ser ¡la puerta de su edificio! Pero no sería una situación de ridículo, si no fuese que al entrar, el chico, miró hacia la calle, y vio un auto en marcha, a un par de metros de su entrada.


-          ¿Qué hago?


-          ¡Arrancá! – contestó Ario, entre asombrado y divertido.


Sin demora, Ty pisó el acelerador, y el motor rugió haciéndose eco del grito contenido de su piloto. La cara de asombro del muchacho fue lo último que pudieron observar esa noche, antes de emprender una fuga precipitada… ¡marcha atrás! Manejaron así casi dos cuadras, dándose a la fuga de su cacería infructuosa.


El harakiri es el suicidio ritual que realizaban los samurais como alternativa a la deshonra. Llevaban una daga corta al cinto, y frente a la posibilidad de caer en vergüenza, tomaban la hoja y… ¡zas! Fuera entrañas y dignidad intacta. Sin dudas, muchas veces hemos estado en situaciones en las cuales esgrimimos dagas similares, en forma de frases, del tipo “tierra tragame”. Es que cuando domina la pasión, la razón solo puede observar, y como en una apuesta de todo por el todo, nos arrojamos sin preocuparnos de que quizás el resultado sea el ridículo. Pero, ¿nos importa realmente?


Uma seguía saliendo con su hombre, y si bien la relación no distaba mucho de un idilio de novela, tanta perfección literaria le resultaba incómodamente sospechosa. El cumpleaños del hombre cayó en una tarde de viernes. Uma había imaginado un día de compartir momentos de intimidad y tierno arrebujamiento, acorde a lo vivido hasta entonces. Sin embargo, el hombre se mostraba despreocupado, quizás porque no le gustara cumplir años, quizás porque pensaba en una clase de festejo que no la incluyera (esa era la pasión de Uma en forma de celos).


Intentó concertar un encuentro durante todo el día, pero él le seguía dando excusas. Sólo se mantenía firme en encontrarse a las nueve para cenar, que se presentara de punta en blanco. Ella sugirió ir antes, él le dijo rotundamente que no, que tenía pensado salir a… ¿correr? Uma imaginó en ese momento, todas las escenas del Decamerón, solo que no la incluían en las dionisíacas situaciones. Fue así, que tomando al toro por las astas, a las ocho y media se presentó en la puerta de su casa, con ropa sport, y el cabello recogido a las apuradas.


El hombre abrió la puerta atónito, y la sonrisa fue reemplazada por un rictus de sorpresa indisimulada. Uma se apresuró a entrar en la casa, y justo cuando estaba por disparar su diatriba belicosa, observó cómo el lugar estaba iluminado con infinidad de velas y detalles de agasajo romántico. Se giró y prestó atención al hombre, que se erguía vestido con la sobria elegancia que solo presta la ropa negra. El discurso preparado de reproches y sospechas se le atoró en la garganta, y sintió deseos de volver el tiempo atrás, sin embargo, el orgullo pudo más y solo articuló: “Voy a ducharme”.


A la salida de su baño, vestida nuevamente con ropa deportiva, se sentó a la mesa preparada para la ocasión en la terraza. Cuando las disculpas comenzaban a salir de su boca, el hombre minimizó la situación con un gesto, y  le pidió que bajara a poner la música. Uma se sintió enfadada y simplemente le dijo: “¿Por qué no bajás vos? “


Sin ofrecer otra palabra, el hombre bajó la escalera, y la música cesó. Segundos después, a las nueve de la noche en punto, volvió a aparecer en la terraza, seguido de dos violinistas vestidos de traje, que empezaron a tocar música de Bach.


Uma percibió que la situación era perfecta, salida de una comedia romántica. Todos los detalles configuraban una situación soñada, todos menos ella. En ese momento, hubiese deseado agarrar su cartera sin mediar palabra, acomodarse su peinado y retirarse a su casa a encerrarse en su placard.


A veces, hemos vivido sueños pesadillezcos en los que sentimos que nos observan por estar desnudos. Y la angustia nos acompaña incluso en la vigilia. No obstante al recordarlos concientemente, pensamos, “es ridículo temer a ese ridículo”. Lo mismo nos pasa con los momentos incómodos. A la postre serán excelentes anécdotas, sin embargo en el momento, nos embarga la emoción simple y llana de “me quiero matar”.


Una noche de viernes calurosa, de vuelta en nuestra heladería de Pellegrini, observamos que había un heladero nuevo. De hombros masculinos,  ojos clarísimos y amplia y blanca sonrisa. Muy atractivo. Captó mi atención de inmediato y lo observé al atenderme y cada vez que salió a ordenar y limpiar mesas. Quiso el destino que se comunicara conmigo, porque varios meses atrás, nos cruzáramos en msn, reconoció mi foto y decidió hablarme. Resultó que se había sentido impactado positivamente por mi presencia, me contó que salió varias veces esa noche de viernes a limpiar las mesas, aún cuando no era su trabajo, con la intención de darme un papel con su teléfono, pero que no se había animado. Concertamos una cita para un domingo a la noche, en la que me invitó a tomar cerveza (aclaración: no me gusta la cerveza para nada y tengo gran facilidad para embriagarme por falta de cultura alcohólica). No obstante accedí sin dilaciones.


Llegó la noche prevista, yo había salido la noche anterior con mis amigos, así que estaba sin dormir. Me duché y salí al encuentro… y comenzaron los contratiempos. Primero, anoté mal la dirección y me desvié cinco cuadras de su casa. Le dije: ”Estoy abajo, en la puerta de tu edificio”. Obviamente al salir, no me encontró. Solucionada la aclaración, fui a la dirección correcta. Quizás por los nervios del encuentro con un tipo muy lindo, quizás por el infernal calor que hacía, tomé uno, dos, cinco, seis vasos de cerveza. El segundo contratiempo fue consecuencia de la cerveza… no podía seguir la conversación con coherencia e hice preguntas inadecuadas, por obvias o por incómodas. Por ejemplo, habló apasionadamente de la odontología y yo pregunté ¿cómo alguien puede sentir pasión por los dientes? U otras del tipo, ¿de verdad te gusta ESA música?, etc.


El pibe alternaba sus caras de estupor frente a mis preguntas y mis erráticas acotaciones, con sonrisas cálidas. Pasó el trance, y horas entradas en la madrugada, se animó a besarme. Entre el calor, el alcohol y el alivio de poder callarme, me dejé llevar por la pasión y en una maniobra mal medida, me golpéo la nariz, y ahí, tercer momento, comenzó a sangrar profusamente. Yo no me había percatado inicialmente. Hasta que él me dijo… “tenés sangre en toda la cara…” En ese momento sentí la sensación cálida y ferrosa. Al instante percibí que su cara también tenía mi sangre, y no solo eso, la parte superior de su chomba blanca, ¡también tenían gotas rojas! El corazón comenzó a latirme más deprisa aún, y la temperatura pareció ascender unos veinte grados.  Aunque el chico me dio unos pañuelos de papel que pararon la hemorragia, yo hubiese querido desangrarme hasta la inconciencia.


Una vez escuché la sentencia “del ridículo no se vuelve”, sin embargo yo creo que el ridículo es una condición ineludible del experimetar la vida. En contraposición, los orientales sotienen que el opuesto a la vergüenza no es el orgullo, sino la humildad. Y ésta es quizás la clave para salir a transitar estas situaciones. La frente alta, un block de notas abultado y un lápiz de buena punta para ir a recolectar las harakiri situations, que serán sin dudas, las anécdotas a compartir, y las pruebas irrefutables de que lo hemos vivido. Después de todo, ¿quién te quita lo bailado?

viernes, 1 de enero de 2010

BRINDEMOS ( de Mex Urtizberea)

Música sugerida: "Moving" de Macaco.



Brindemos.
Brindemos todo lo que podamos brindar.
Brindemos por brindar.
Brindémonos.
Que todo el mundo brinde lo mejor que tenga para brindar.
Que cada uno brinde su aporte.
Que el mundo brinde oportunidades; que los economistas brinden soluciones; que los comerciantes brinden mejores precios; que la escuela brinde herramientas que sirvan; que el fútbol brinde espectáculo; que los políticos no brinden espectáculo.
Que los horóscopos brinden buenas noticias en amor; que los pronósticos no brinden fantasía; que los hospitales públicos brinden la mejor atención; que las empresas privatizadas brinden mejores servicios.
Que los vecinos se brinden ayuda; que los padres brinden apoyo a los maestros; que los maestros brinden apoyo a sus alumnos; que los alumnos se brinden ayuda entre ellos.
Que los automovilistas no brinden mucho si van a conducir; que la televisión brinde algo más y mejor.
Que se les brinde tierra a los sin tierra, techo a los sin techo, alimento a los subalimentados.
Que los sueños brinden realidad; que la realidad brinde algunos sueños.
Que la industria brinde trabajo bien remunerado.
Que las fronteras no brinden muros; que a las víctimas se les brinde justicia.
Que los lectores sigan brindando su tiempo para la lectura.
Que los libros brinden libertad.
Que los libreros brinden ofertas.
Que la historia brinde lecciones.
Que la naturaleza nos brinde sus disculpas; que nadie tenga que pedir disculpas por brindarse a su propia naturaleza.
Que los gobernantes se brinden a los ciudadanos.
Que las personas se brinden confianza; que los que se brindan por entero al prójimo sean festejados.
Que a nadie le falte un festejante con quien brindar.
Que el pasado nos brinde experiencia; que la experiencia no nos brinde sólo canas.
Que el Primer Mundo brinde un buen trato al Ultimo Mundo; que no se brinden acuerdos en desacuerdo con el mundo.
Que haya más brindados y menos blindados.
Que brindar por la paz sea más que una frase hecha.
Que la política brinde la posibilidad de evitar las guerras.
Que ningún gobernante, por brindar de más, inicie una guerra.
Que los soldados brinden en sus casas con sus familias.
Que la familia brinde un lugar para ser feliz.
Que la vida nos brinde siempre otra oportunidad.
Que todo el mundo brinde.
Que cada uno brinde su aporte.
Brindemos.
Brindemos todo lo que podamos brindar.
Brindémonos.
Antes del brindis, después del brindis, brindemos un tiempo mejor.
Brindemos un futuro.
Brindemos mañana: que todas las Noches pueden ser Buenas, si cada uno brinda al mundo lo mejor que tiene para brindar. Que nadie nos quita lo brindado.


De Malas palabras, setenta columnas y ninguna flor, de Mex Urtizberea, Sudamericana, 2006