jueves, 22 de julio de 2010

A los cuarenta...


Música sugerida: "Waiting in vain",  Annie Lennox
A los 40?

40 años, mitad de una vida (bueno de una vida normal, hasta los 80, ¿cuánto piensan vivir?, más de 80?, ok, pero sepan que no tiene gracia mearse y guardar los zapatos en la heladera).
A los 40 uno empieza a pensar en la vida útil que le va quedando no?, unos 20 años más?. Con vida útil me refiero a los años de vida restantes en los cuales el cuerpo todavía va a poder responder a los estímulos, con mediana velocidad y resistencia (como el club).
En fin, cuánto tiempo queda por compartir dignamente con este cuerpo que se va muriendo?.
Entonces además del apuro del tiempo que pasa implacable, uno, a esta edad,  se supone que además debería ser adulto, hace rato, o sea, debería haber aprendido a pensar con la cabeza fría, de acuerdo a las posibilidades reales, planificando un futuro, etc, etc.
Y si uno se encuentra solo a esta edad (soltero, divorciado, viudo, con o sin hijos), y uno no quiere estar solo, la pregunta del millón empieza a ser, me vuelvo a enamorar o me busco un compañero/a que no me rompa los huevos?  
Me interesa volver a sentir la chispa, el vacío en el estómago, las maripositas?, o quiero mirar una peli, comer una pizza, y si no hay pasión, cariño, mimitos, no importa?
En el milagro de la chispa, se nos abre una puerta en el pecho y sale un haz de luz de cada una de las personas involucradas, y la conexión que se logró en ese instante, es única y exquisita. Un milagro que se activa con un beso, una mirada, un roce, lo que sea. Es energía pura, no necesita mediar contacto.
El compañero de la peli y la pizza, se va logrando con el tiempo, a fuerza de amoldarse y enmudecer, no es un milagro.
A los 20 uno es completamente visceral, se manda, salta sin red, se suicida en cada encuentro con otro ser humano.
Quizás a partir de los 27 años, hasta casi los 40, uno se va poniendo cada vez más cerebral, menos improvisado, más de cartón. Para no sufrir?, quizás.
Y sorprendentemente, a los 40, quizás por percibirnos mortales, volvemos al comienzo de la rueda, y retomamos lo visceral.
Empezamos a preferir un minuto vivido a full, que meses y meses de compañía fría y desgastada.
El encuentro romántico abre puertas del alma, que ninguna otra cosa logra abrir. Uno explota desde adentro y deja escapar vida pura. El poder que sentimos cuando estamos enamorados, nos iguala a los dioses. Y la química se logra con esa única persona, que no sabemos quien es, y que en cualquier momento lo tenemos enfrente nuestro.
Y una vez que ocurre, dura para toda la vida así?, no necesariamente. Puede que haya sido sólo ese momento. Para toda la vida, lo único que queda, es el recuerdo de haber sido parte de un milagro.
Valdría mucho la pena encontrar a la persona que nos encienda la chispa, con quien también podamos ver la peli y comer la pizza…
Para eso, y cuando el corazón lo indica, hay que dejarse llevar, abrir las puertas, entregarse, quedar expuesto, saltar sin red…estás dispuesto?

De la pluma de Uma

lunes, 19 de julio de 2010

Amigos... Say no more

Tras la muerte de su amigo en 1974, Borges escribió el poema «Manuel Peyrou», incluido luego en Historia de la noche:


Suyo fue el ejercicio generoso
de la amistad genial. Era el hermano
a quien podemos, en la hora adversa,
confiarle todo o, sin decirle nada,
dejarle adivinar lo que no quiere
confesar el orgullo.

lunes, 12 de julio de 2010

La chispa...

Música sugerida: "In these arms" de The swell seassons.


Es sabido que cuando dos cuerpos entran en fricción, se produce energía que queda liberada. La mayoría veces, no deja de ser un roce cálido, pero algunas veces, se da una combinación perfecta, que posibilita la aparición de la chispa. Una pequeña luz, un brillo explosivo y breve, que alimentado con los elementos correctos, puede convertirse en una hoguera voraz. Todo gran incendio, comienza con una sola chispa...
Rosario, a pesar de su fría y húmeda fachada, esconde la promesa de una pira. Miles de personas rozando sus calles, sus muros, rozándose en encuentros casuales y programados. Con prisa, con parsimonia, con intensidad, con suavidad.  En esta suerte de pedernal urbano, oscilamos en la búsqueda de la cosa mágica y excepcional que ilumine nuestros días.
Sábado a la tarde, y yo yendo a buscar a Uma para tomar mates en nuestro rincón frente al río. Mientras esperamos que la pava silbe, hablamos, como quien no mide el peso de lo dicho, del estado del amor en nuestras vidas. Uma sigue en pareja con "el hombre", atravesando el abanico de momentos que hay en toda relación. No obstante, llenando el termo, me dice: "Yo me quiero enamorar alguna vez... Con "el hombre" está todo bien, pero falta eso". No es descabellado lo que dice, todos pasamos por momentos en los que buscando ser abrasados de pasión y amor, no logramos mas que la calidez de la ternura, dado por un roce estéril de la chispa. Alguien me dijo una vez, que uno puede enamorarse mucho después de conocer a una persona. Será un descubrir capas más profundas, tal vez. Si así fuera, si hay acto de descubrimiento, sería patrimonio de la razón. ¿Puede ser ese impacto un acto pensado o postergado? ¿O es del reino de lo intuitivo y sorpresivo?
Ya sentados en el césped, mirando el tránsito anónimo de la multitud que pensó que también era un buen día para salir a un parque, seguimos dándole vueltas a la cuestión. Se ven pasar uniones variopintas, pares dispares y otros perfectamente combinados. Olas y olas de personas caminando en sentidos opuestos, pero sin colisionar. como siguiendo las órbitas invisibles de un movimiento natural. ¿Serán concientes de que se mueven? ¿Sabrán quién es su compañera o compañero de viaje? ¿Habrán encontrado la chispa, o solo se conforman con el calor del frotado?
Al cabo de un rato, llega Ti a unirse al grupo. Cuenta que conoció a un chico en Buenos Aires, que visceralmente, le hace saber que es alguien especial. Al punto de llevarlo a ese estado de soliloquio, en el que sólo hay palabras para describir las virtudes de quién nos roba la mirada. Cuando le pregunto cómo está seguro de que algo tan inmediato puede significar tanto, me contesta simplemente: "Cuando es algo especial, lo sentís. Si no, más vale ni te metas". Al parecer, la ecuación se reduce a la máxima, hay algo que pasa, o que no pasa. sea  como sea, uno es conciente de ello desde el primer momento. 
Unos días atras, volvía a casa caminando la peatonal. Antes de cruzar a Plaza Pringles, siento un chistido. Me giro, y lo veo a Dexter. Un tipo sumamente talentoso, inteligente y divertido. Yo creí por las últimas noticias, que estaba viviendo en capital. Nos pusimos a conversar, y me contó que efectivamente, tenía un proyecto de arte muy importante; que estaba en la ciudad para terminar detalles, mientras conseguía un p.h. por la zona de Palermo o Belgrano. Dexter tiene la lengua de seda, sabe qué decir, cómo y cuándo. Y a la luz de la razón, es más que adecuado para empezar una relación. Sin embargo, falta esa sal. Ese algo que impulse a dar el salto. Si me embarcara en algo que de movida no me llena, ¿no sería un acto de hipocresía? ¿O uno debería probar a ver si después puede llegar a enamorarse? Como buen racionalista, abogando a la diplomacia, esquivé la invitación a un café. Expuse someramente mi posición afectiva del momento, y me fuí a casa. Concertamos un encuentro relajado, sin fecha ni lugar, de esos que casi nunca llegan a concretarse...
Me puse los auriculares nuevamente, y me predí entre la multitud de calle Córdoba al sonido de "Don't look back in anger". 
Quizás no haya una respuesta única a esta cuestión. Algunos simpplemente encuentran la chispa, otros encuentran la manera de producirla. Puede ser que haya mucha gente que ni la conozca, o no la necesite. Yo, por lo pronto, he quedado pegado al clisé "el corazón tiene razones que la razón no entiende", y por eso sigo caminando despacio, rozando, rasando...

Ovnirosarino