domingo, 18 de octubre de 2009

Pueblo chico, Infierno grande

Música sugerida: The world i know, de Collective soul.
Los que vivimos en la dorada Rosario, sabemos que es imposible mantener el anonimato de nuestras acciones por demasiado tiempo.
Hay una realidad a la que no escapa ninguno de sus habitantes, y es la de encontrarse relacionando a sus conocidos entre sí. Expresiones del tipo "ahhhh... vos sos el amigo de...", o "... no me digas que vos salías con el hermano del primo de..." caen de nuestras bocas en cada conversación que entablamos! Es inevitable compartir un café, sin que en algún momento empiece este juego de referencias cruzadas.
Ante la contundencia de la evidencia, no queda más que admitir que, si bien somos la segunda ciudad del país, una metrópoli brillante sobre la marrón ribera paranaense, seguimos siendo un pueblo chico.
Esta genealogía compartida, una especie de fraternidad civil, no escapa a la realidad gay, si no, que estrecha aún más los cabos...
Basta con salir alguna noche con el grupete que te festeje (en mi caso, Ario, Lupo, Pipo, Ti, yo, y la única dama de la compañía, Uma), para que empiece el conocido espectáculo...
-Anoche conocí a un loco muy piola por el chat- dice alguno - hablamos un montón, y la verdad estuvo bueno.
-Si? cómo es?-indaga otro.
-Es ..., labura de..., y tiene ... años.
-Para! - y acá es cuando se revela el climax de la obra - Lo conozco!
Otras veces, es a raíz de un comentario, del tipo:
-Mira que lindo pibe, creo que miró.
- Cuál? Ése? Lo conozco... - y vuelve a sonar el chan del golpe de orquesta - es un boludo... salió con ... y después resultó que ...
Sea cual sea la circunstancia, parece que el final anunciado es siempre el mismo, todos nos conocemos con todos...
La expresión el mundo es un pañuelo se vuelve palpable, bien concreta, y uno se siente un moco... donde se encuentra con otros, se pegotea un rato, y vuelve a separarse. La sensación de pegoteo se puede volver asfixiante, generando en uno un escepticismo que lo lleva a uno plantearse que nunca más acertado el refrán "más vale sólo que mal acompañado", o una sensación paranoide, que te arrastra a preguntarte cuando te vas a una cita, "con quién voy a salir? Parece normal, qué tara tendrá éste flaco? Lo conocerá ...? y mil dudas más, que entre que te estuviste comiendo las uñas de los nervios, y se te hizo tarde... el otro se aburrió y volvés a concertar reunión con tus amigos, una vez más, sábado a la noche entre caras archiconocidas.
Será que nuestro ego es más grande de lo que en realidad es la ciudad? El desafío será encontrarse con alguien nuevo! Y quizás no comentarlo al principio, dejar que se despliegue y ver qué pasa...
O tal vez, re encontrarse con alguno de estos conocidos, y tratar algo diferente, sin la tensión inicial de ver como será... después de todo, no hay zapato más cómodo que el que te calzaste varias veces. y no buscamos acaso sentirnos cómodos?
En todo caso, es inútil renegar de nuestra condición de pueblo chico, porque lo seremos al menos un tiempo más. vas a seguir cruzándote a gente que conoce a gente que te conoce. Lo vital será relajarse, sonreir al mundo y a quien nos mira, y tratar de que nuestro infierno no sea tan grande.

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