Música sugerida: "Bitch" de Meredith Brooks.
Sabemos perfectamente que el universo es caos, y al mismo tiempo cumple con un orden perfecto.
Sabemos que Dios existe, y que todos hemos sido creados a su imagen y semejanza, pero con una trampa, hemos sido encerrados en una armadura de carne y hueso, que nos limita al imperio de los cinco malditos y escasos sentidos. Una lástima, no?, sino sería más fácil ser Dios.
Sabemos que la imaginación es más importante que el conocimiento, y sabemos que nada de lo que vemos existe en realidad, sino que forma parte de una realidad ilusoria, creada a través de años y años de acuerdos verbales y creencias compartidas entre miles y millones de seres humanos que habitaron alguna vez este planeta. Sabemos que la silla es silla, pero también podría ser un pez, o un ser humano.
Sabemos que pensamos, y luego existimos. Que nos convertimos en lo que pensamos y en la forma en la cual nos expresamos.
Sabemos que no tenemos límites ni fronteras. Sabemos que nada es imposible.
Y sin embargo todos los domingos tomamos el mismo café, en el mismo lugar, con los mismos amigos, y hablamos de los mismo temas, una y otra vez, y descubrimos que terminar ese domingo en compañía, no es “el gran sentido de la vida”, pero le daría mucho sentido a ese domingo, aunque tampoco estamos dispuestos a terminar durmiendo o mirando televisión con el primer perejil que se cruce. Y quizás también somos reacios a que alguien se quede a dormir en nuestras camas, o a dormir en la cama de otro. En qué quedamos?
Y medimos al amor en cantidad de mensajes de texto recibidos vs los enviados.
Y si podemos intercambiar dos palabras con alguien en el chat que conteste como un ser humano culto y prolijo y no como un androide sexual o un descerebrado, cantamos una alabanza al Señor, y después de una hora de chat descubrimos que estamos platónicamente enamorados de nuestro interlocutor. Hasta que acordamos pasar al msn e intercambiar imágenes. “Qué emoción” pensamos. Y esperamos esos minutos hasta que aparece la foto del gran amante desconocido…Dios bendito!, la cara del gordo ocupa toda la foto!, no sabemos cómo hacer para eliminarlo ur-gen-te!, y ya empezamos a odiar a ese gordo ultra-romántico que nos hizo perder toda la noche con su discurso de amor (que ya nos empieza a parecer cursi). Qué nos pasó?, se terminó el amor?, se terminó el idilio?, un par de kilos de más aniquilaron al posible Romeo?. Y si…es así. Somos espirituales, pero no somos ciegos.
O puede pasar que pasamos al msn y resulta una foto por demás interesante, pero tomada a la distancia, un poco lejos, “qué se yo, no está tan mal”, decimos no muy convencidos, y abrigamos nuestras grandes dudas, pero la soledad y la desesperación nos impulsan a aceptar la cita planteada. Y de nuevo, Dios bendito!, resulta que personalmente el candidato resulta ser poco agraciado (claro, la foto era muy chiquita, no se veía bien), o resulta que es un plomazo, un verdadero oligofrénico que nos aburre hasta las lágrimas, que no es capaz de hilar dos palabras juntas, “aunque por chat parecía otra cosa”, pensamos. Qué habrá pasado?, será que algunos escriben mejor de lo que hablan?, o será que algunos idiotas lo ponen a chatear al primo o al hermano (o al loro) y después se presentan ellos a las citas?.
Y algún día, finalmente, acertamos en encontrar al más lindo, al más culto, al más adecuado, por quien tarde o temprano terminaremos sufriendo “por amor”, y lo terminaremos perdiendo (o terminaremos huyendo nosotros). Quizás interpretemos a esta historia, como la primer historia real de nuestras vidas (no virtual) y mal interpretemos al sufrimiento como un signo de haber empezado a transitar la senda de la edad madura, aunque ya tengamos cerca de 40 años (o arriba, muy arriba de 30).
Seamos honestos, somos un poco inmaduros todavía, somos triviales, vanidosos y superficiales. Y quizás no cambiemos nunca. Lo bueno es que nuestros amigos son nuestros amigos, porque estamos cortados de la misma tela y por la misma tijera. No estamos solos en la isla. Y eso es bueno.
Desde acá, los saluda, Uma.
Sabemos que Dios existe, y que todos hemos sido creados a su imagen y semejanza, pero con una trampa, hemos sido encerrados en una armadura de carne y hueso, que nos limita al imperio de los cinco malditos y escasos sentidos. Una lástima, no?, sino sería más fácil ser Dios.
Sabemos que la imaginación es más importante que el conocimiento, y sabemos que nada de lo que vemos existe en realidad, sino que forma parte de una realidad ilusoria, creada a través de años y años de acuerdos verbales y creencias compartidas entre miles y millones de seres humanos que habitaron alguna vez este planeta. Sabemos que la silla es silla, pero también podría ser un pez, o un ser humano.
Sabemos que pensamos, y luego existimos. Que nos convertimos en lo que pensamos y en la forma en la cual nos expresamos.
Sabemos que no tenemos límites ni fronteras. Sabemos que nada es imposible.
Y sin embargo todos los domingos tomamos el mismo café, en el mismo lugar, con los mismos amigos, y hablamos de los mismo temas, una y otra vez, y descubrimos que terminar ese domingo en compañía, no es “el gran sentido de la vida”, pero le daría mucho sentido a ese domingo, aunque tampoco estamos dispuestos a terminar durmiendo o mirando televisión con el primer perejil que se cruce. Y quizás también somos reacios a que alguien se quede a dormir en nuestras camas, o a dormir en la cama de otro. En qué quedamos?
Y medimos al amor en cantidad de mensajes de texto recibidos vs los enviados.
Y si podemos intercambiar dos palabras con alguien en el chat que conteste como un ser humano culto y prolijo y no como un androide sexual o un descerebrado, cantamos una alabanza al Señor, y después de una hora de chat descubrimos que estamos platónicamente enamorados de nuestro interlocutor. Hasta que acordamos pasar al msn e intercambiar imágenes. “Qué emoción” pensamos. Y esperamos esos minutos hasta que aparece la foto del gran amante desconocido…Dios bendito!, la cara del gordo ocupa toda la foto!, no sabemos cómo hacer para eliminarlo ur-gen-te!, y ya empezamos a odiar a ese gordo ultra-romántico que nos hizo perder toda la noche con su discurso de amor (que ya nos empieza a parecer cursi). Qué nos pasó?, se terminó el amor?, se terminó el idilio?, un par de kilos de más aniquilaron al posible Romeo?. Y si…es así. Somos espirituales, pero no somos ciegos.
O puede pasar que pasamos al msn y resulta una foto por demás interesante, pero tomada a la distancia, un poco lejos, “qué se yo, no está tan mal”, decimos no muy convencidos, y abrigamos nuestras grandes dudas, pero la soledad y la desesperación nos impulsan a aceptar la cita planteada. Y de nuevo, Dios bendito!, resulta que personalmente el candidato resulta ser poco agraciado (claro, la foto era muy chiquita, no se veía bien), o resulta que es un plomazo, un verdadero oligofrénico que nos aburre hasta las lágrimas, que no es capaz de hilar dos palabras juntas, “aunque por chat parecía otra cosa”, pensamos. Qué habrá pasado?, será que algunos escriben mejor de lo que hablan?, o será que algunos idiotas lo ponen a chatear al primo o al hermano (o al loro) y después se presentan ellos a las citas?.
Y algún día, finalmente, acertamos en encontrar al más lindo, al más culto, al más adecuado, por quien tarde o temprano terminaremos sufriendo “por amor”, y lo terminaremos perdiendo (o terminaremos huyendo nosotros). Quizás interpretemos a esta historia, como la primer historia real de nuestras vidas (no virtual) y mal interpretemos al sufrimiento como un signo de haber empezado a transitar la senda de la edad madura, aunque ya tengamos cerca de 40 años (o arriba, muy arriba de 30).
Seamos honestos, somos un poco inmaduros todavía, somos triviales, vanidosos y superficiales. Y quizás no cambiemos nunca. Lo bueno es que nuestros amigos son nuestros amigos, porque estamos cortados de la misma tela y por la misma tijera. No estamos solos en la isla. Y eso es bueno.
Desde acá, los saluda, Uma.